Su origen se remonta al 16 de abril de 1946. En aquellos tiempos, Landrú publicaba sus chistes en varias revistas y, como el papel de esa época era de mala calidad, las notas de otras páginas se traslucían en sus dibujos.
A raíz de eso, decidió “rellenar” sus viñetas con detalles como pajaritos, nubes, un perro o un gato para que lucieran más atractivas.
Sus lectores solían escribirle cartas o le llamaban por teléfono preguntándole por qué tal día no había dibujado al gato o qué pasaba que hacía tiempo que no aparecía el gatito.
Con el pasar de los años, este simpático personaje extremadamente delgado, con su amplia sonrisa y larguísimos bigotes se convirtió en una marca de estilo y un sello que, a modo de yapa, figura omnipresente en todas sus obras.
“El gato es casi mi firma. Si no lo pongo ahí me resulta como si yo hubiese ido a un baile de smoking…y descalzo” confesó Landrú.
La extensa obra de Landrú, de más de 60 años de trabajo, está impresa y dispersa en los principales diarios y revistas de cada época. Entre 1945 y 2008 publicó en las revistas Don Fulgencio, Cascabel, Aquí está, Popurrí, Medio Litro, Avivato, Loco Lindo, Rico Tipo, Vea y Lea, Esto Es, Dinamita, Sucedió con la farra, Salimos, Patoruzú, Mundo Argentino, Pobre Diablo, Continente, El Hogar, y Tía Vicenta, entre otros.