Fue estrenada esta semana en Estados Unidos. El cineasta, uno de los maestros del cine mundial, reafirma su compromiso y su amor confeso por la naturaleza.
Retrata en sus filmes, como pocos, hechos imposibles y el lado oscuro de unos personajes atípicos y prisioneros de una angustia casi metafísica. A sus 74 años parece más activo que nunca, produciendo hasta cuatro filmes por año.
"Sal y fuego" lo trajo de vuelta a Latinoamérica. Cambió la Amazonía peruana, vista en “Fitzcarraldo”, por el Salar de Uyuni en Bolivia, el mayor desierto de sal del mundo.
Ciencia ficción
"Sal y fuego" se estrenó el jueves 8 de diciembre en EUA. Es su segunda obra de ficción, seis años después de su último filme. Esta nueva producción tiene una trama de ciencia ficción de corte ecologista y vuelve a presentar a un paraje extremo, el Salar de Uyuni -con una extensión de 10.582 kilómetros cuadrados-, al que el realizador considera como algo "fuera de este mundo".
"El salar, para mí, no pertenece a Bolivia ni a nuestro planeta, es algo extraterrestre, es ciencia ficción, algo de las neblinas de Andrómeda, es un sitio lleno de sueños y fiebre, como la selva", explicaba inspirado durante una clase magistral en La Paz, en un español correcto, aunque claramente con marcado acento teutón.
La película está protagonizada por la actriz alemana Verónica Ferres, el mexicano Gael García Bernal y el estadounidense Michael Shannon. Sigue filmando con la misma rapidez de siempre. "Sal y fuego" se rodó en 16 días y, como es su costumbre, se editó en muy breve tiempo. "Nunca he filmado muchas imágenes. Hago básicamente lo que necesito para la pantalla", dijo en una entrevista para Los Angeles Times.
Último concierto
Mañana en el Teatro Provincial cierra el ciclo "Todos al Escenario", con entrada libre y gratuita, organizado por el departamento de Música de Cámara que dirige Fernanda Bruno.
Para este último concierto del 2016, se eligieron obras de Robert Schumann y Antonin Dvorak, interpretadas por un grupo de músicos de la Orquesta Sinfónica de Salta. En piano Fernanda Bruno, violín Ángel Martínez Haza, en viola Aleksandre Urushadze, en cello Romina Granata; también en violín Viktor Muradov e Inga Iordanishvili y en cello Carolina Pineda.