El miércoles por la noche en el Gigante del Norte se consumó otra decepción, una realidad que se asume temporada tras temporada.
Con la eliminación de Gimnasia y Tiro, el fútbol salteño volvió a quedarse a mitad de camino. Y el estancamiento ya lleva más de una década tras el descenso de Juventud Antoniana de la segunda divisional en el 2006.
Uno de los capítulos más tristes fue sin dudas la final que jugaron el Santo y Central Norte el 3 de mayo de 2014. Dos de los tres más grandes de la provincia peleando por la permanencia.
En aquella tarde se produjo el descenso del Cuervo al Federal B. Y en los primeros días de julio comenzará su quinta temporada en esa categoría.
Con buen respaldo de sus hinchas, subsidios estatales, buena infraestructura para el trabajo, pero sin un proyecto de sus dirigentes a largo plazo, los resultados están a la vista.
Los directivos siguen apostando a los refuerzos foráneos, al desmantelamiento de planteles y cambios de cuerpo técnico cada vez que se fracasa. Un círculo vicioso del que pareciera no quieren salir.
Y entonces mientras los vecinos gozan de otro presente futbolístico, en Salta se siguen repitiendo recetas ineficientes, deficitarias y que sólo nos llevan a convivir con las frustraciones.