El hecho fue denunciado por el propio embajador ruso en la Argentina, Viktor Koronelli, en diciembre de 2016. Recién trasciende ahora porque luego de que se confirmara que las 12 valijas tenían un total de 389 kilos de cocaína se inició la investigación -que incluyó el reemplazo de la droga por harina y una larga espera para que las valijas fueran recogidas- para dar con los traficantes.
El 14 de diciembre de 2016, el embajador dio aviso al Ministerio de Seguridad sobre el hallazgo de las 12 valijas con cocaína en el Colegio Adjunto a la Embajada, que funciona dentro de la sede ubicada sobre la calle Posadas 1663 de la Ciudad de Buenos Aires.
Apenas hecha la denuncia, se intervinieron varios teléfonos para seguir los pasos que iba realizando la organización: aparentemente, primero pensaban enviar la droga en un vuelo privado, que iba a llevar a cadetes de la Policía de la Ciudad a un intercambio de experiencias con las fuerzas de seguridad rusas, pero finalmente decidieron hacerlo en octubre de 2017 en un vuelo oficial de la Embajada por una mudanza del titular de la sede diplomática.
Además, tras las escuchas que lo involucraron, un subinspector de la Policía de la Ciudad fue detenido; se lo acusa de ser quien contribuyó a introducir la droga en la Embajada.
Una de las principales pruebas contra los dos detenidos en la Argentina, el policía y el ciudadano ruso, fueron las escuchas telefónicas volcadas en el expediente.
La investigación fue llevada adelante por el juez federal Julián Ercolini, los fiscales federales Eduardo Taiano y Diego Iglesias (éste, de la Procuraduría contra el Narcotráfico) y Gendarmería. Ercolini, dispuso la captura internacional de un hombre conocido como “K”, quién se presume se encuentra en Alemania.