Era mi hermana, que en 1976 desapareció”, recordó en su presentación ante los jueces Federico Díaz, Carlos Jiménez Montilla, Mario Marcelo Juárez Almaraz y Gabriel Casas.
En un testimonio emocionado el hombre, de 65 años, contó la incansable búsqueda de su hermana: “Han pasado 40 años y sigo buscándola”, afirmó antes de agradecer al tribunal la oportunidad de contar la tragedia familiar y pedirle “que sigan en esa noble tarea” de indagar sobre el terrorismo estatal, “para saber, para conocer la verdad”.
María del Carmen Buhler Gómez residía con su familia paterna en Metán. “Éramos de la JP, de la tendencia”, aclaró su hermano. En julio de 1975 la joven fue incorporada a la Policía de Salta, comenzó a trabajar en esa ciudad, pero en poco tiempo la asignaron a la Comisaría de Orán.
Desde allá la joven mantenía contacto con su familia a través de cartas que enviaba cada dos o tres días mediante el chofer Rubén Hoyos, de la empresa de transporte Atahualpa.
Mario Buhler recordó ayer que la familia comenzó a preocuparse por la falta de cartas, a pesar de que el 19 de julio había cumplido años su madre, Clorinda Gómez. “Tomé una bicicleta y me fui hasta la terminal y lo veo a Rubén Hoyos. Me impactó un poco su rostro. Lo veo preocupado. Me dice: mirá hermano, tu hermana no está en Orán”, recordó.
Mario y su madre viajaron a Orán, donde los atendió un oficial: “Su hermana andaba hablando raro”, les dijo por toda información. “Me llamó la atención, pero no había respuesta. (…) No había respuestas. El trato era, dureza. (…) No nos dicen nada, y así tuvimos que salir”, enfatizó.
Buhler puso énfasis en el autoritarismo reinante en aquellos años (“gracias a Dios ahora estamos en democracia) y en la falta de respuestas de las autoridades. Recordó que contrató a un detective, fue a ver a un curandero en Libertador General San Martín (en la provincia de Jujuy) y hasta asistió a una sesión de espiritismo, “en la desesperación por buscar respuestas, que no las tuve”.