Pese a ello, la jueza ofreció las garantías y tomó todos los recaudos a fin de que los testigos pudieran referirse al caso, el cual tiene como hipótesis criminal la figura del “entregador”, cuyo autor es el tío materno de una menor de 5 años, quien el 19 de junio de 2016 fue rescatada por vecinos a orillas del río Ancho, frente a la cancha de fútbol del barrio Santa Mónica, en el sudeste de la ciudad.
Los hechos
Ese día, Día del Padre, los progenitores de la menor, y de otros dos hermanitos más, se habían ido a la madrugada de la casa (ubicada en barrio Justicia) para festejar dicho día en un boliche, para regresar al anochecer, oportunidad en que la menor ya había sido rescatada por la policía.
La niña, según lo ventilado en el debate, había quedado al cuidado del un tío, ahora de 36 años, quien está sindicado como la persona que llevó a la menor hasta la orilla del río, donde entregó a la misma a un proveedor de drogas de la zona, con quien mantenía una deuda.
De acuerdo a lo probado en la investigación, llevada adelante por la fiscal 2 de la Unidad de Delito contra la Integridad Sexual, Luján Sodero, la menor, y su hermanito, de 3 años, aparecieron en la orilla del río, donde la niña fue violada por un sujeto al que identificó como el “jefe, el jefe gordo”.
Una vecina auxilió al nene de 3 años, quien fue llevado a la comisaría de la zona, donde el pequeño reveló que su hermana, de 5 años, estaba aún en el río, por lo que la policía regresó y, tras un rastrillaje, rescataron a la menor en un pozo, cerca del cauce de agua y a varios metros de donde fue hallado su hermanito.
Al auxiliarla, los policías se percataron de que la menor presentaba manchas de sangre en su zona vaginal, por lo que luego la misma fue derivada al hospital Papa Francisco, donde fue asistida y permaneció internada por varios días.
Los testimonios, obtenidos tanto al momento de la investigación como los brindados en el debate, abonaron la hipótesis de que la menor fue entregada por el tío materno, quien ese día se había quedado al cuidado de los tres niños.
Incluso la víctima y su hermanito, en declaraciones bajo circuito cerrado de TV, sostuvieron que fue su tío, quien los llevó al río, donde la menor fue violada. La misma, al momento de sindicar a su abusador, sólo pudo mencionar que se trata de “el jefe, el jefe gordo”.
Los testigos, con cierto recelo dado el trasfondo ligado al manejo de drogas, coincidieron en sostener que el acusado llevó a la menor a orillas del río, donde fue visto cuando jugaba con los menores, aunque posteriormente desapareció.
Padres adictos
La investigación puso en evidencia que los padres de la menor violada, al igual que el tío que se quedó a cargo de los mismos, eran adictos al consumo de drogas, por lo que tenían contactos con proveedores y otros sujetos que operan con el manejo de la droga en esa zona.
La madre de la menor, en su declaración durante la investigación no descartó esta posibilidad, aunque posteriormente se marchó de la provincia, sin que se conozca su paradero actual. El padre de la víctima, en tanto, prestó testimonio en el juicio y, si bien en un inicio intento despegar al acusado del caso, al final también aceptó la hipótesis criminal.
Un total de 55 testigos declararon en el debate, y en todos los casos, se advirtió un fuerte temor y recelo al momento de exponer sobre lo sucedido a la menor, aunque al final de cada testimonio, la hipótesis de que la menor fue “moneda de cambio” para saldar una deuda de drogas se mantuvo firme.
En su coartada, el imputado, quien no prestó declaración, sostuvo cuando los menores fueron hallados en el río que había salido con el más pequeño, de apenas meses, a comprar a un almacén y que al regresar ya no estaban.
Otros familiares trataron de desviar la atención hacia un sujeto que solía ir a cobrar a la madre de la menor y a una abuela, cuotas por la compra de perfumes y otros productos, sin embargo, esta posibilidad se desvaneció por el fuerte testimonio de que la casa era de difícil acceso a extraños debido al temor que los vecinos le tenían a dos perros.
El perito que realizó el examen psicológico al acusado, en tanto, sostuvo que el mismo tiene tendencia a la mendacidad, como así también posee una personalidad primitiva con rasgos psicopáticos. Asimismo, indicó que el mismo presenta conducta impulsiva, con baja tolerancia a la frustración y que trata de falsear la realidad con intenciones de engañar.
A pesar de enfrentarse a una posible pena que podría oscilar entre los 8 y 20 años de cárcel, el imputado se mantuvo en silencio, hecho que podría ser otro indicativo de su responsabilidad en el hecho, pues se presume que el acusado teme que el castigo que podría aplicársele si identifica al autor del abuso, sería mucho mayor a la escala penal en juego.
Entre los testigos que declararon, se encuentran dos licenciados del Ministerio de Derechos Humanos y Justicia, quienes al referirse a la tarea que realizaron junto a otros operadores respecto a lo ocurrido a la menor, sostuvieron la hipótesis principal de que la niña fue entregada para ser abusada y así saldar una deuda de drogas del acusado.
Los profesionales se explayaron respecto al entorno de los menores, tanto de la niña víctima como de sus hermanos, a quienes definieron, al momento del hecho, como niños en situación de riesgo debido a la falta de cuidado.
En cuanto a la pequeña, la misma resultó con un fuerte trauma, pues no ha podido revelar más detalle del abuso sufrido, el cual fue comprobado mediante un examen médico el día del hecho.