Según esta ley, que ya fue aprobada por el Parlamento ruso y el Consejo de la Federación, los episodios de violencia de género serán considerados a partir de ahora como “infracciones administrativas”, y solo serán punibles en caso de que la víctima presente lesiones visibles o que sea golpeada más de una vez al año.
Antes de la aprobación de la ley, según la normativa existente, el agresor podía llegar a ser condenado hasta a dos años de prisión. A partir de ahora, su pena quedará conmutada con el pago de una multa mínima de 500 dólares, el arresto administrativo de 15 días y tres meses de servicios sociales.
Paradójicamente, la ley fue impulsada por la presidenta de la Comisión de Familia, la diputada ultraconservadora Yelena Mizulina, que durante el debate legislativo sostuvo que por culpa de "una cachetada" se están rompiendo familias enteras.
Disciplina con violencia
Quienes apoyan la medida dicen también que desean proteger el derecho de los padres de disciplinar a sus hijos y reducir la capacidad del Estado de intervenir en la vida familiar. Los críticos de la ley advirtieron en cambio que la despenalización de la violencia de género contribuirá a tapar un problema que consideran "endémico" y relacionado con el abuso del alcohol entre la población masculina rusa.
Por eso, poco después de que el proyecto -ahora ley- comenzó a ser discutido en el Parlamento, más de 175.000 personas firmaron un petitorio para pedir que las autoridades redacten una nueva norma que respete a las víctimas de violencia de género.
Cada año, alrededor de 14.000 mujeres mueren en Rusia a manos de sus esposos o de otros familiares, según un reporte publicado en 2010 por Naciones Unidas. Estas cifras ubican a Rusia entre los países con mayor cantidad de femicidios en el mundo. Se calcula un femicidio cada 40 minutos a manos de su pareja o un familiar.