Sin embargo, “todavía no se ha podido hacer una cuantificación de las pérdidas” porque hay parajes y comunidades a los que aún no se ha podido llegar y porque hay todavía productores que están evacuados y no han podido ir a campear para determinar lo perdido.
Penza estimó que unas 200 familias criollas y 300 o 400 familias indígenas fueron “afectadas fuertemente, con pérdida de casa”, en los casi 100 kilómetros de costa del río Pilcomayo por tierra salteña, además de toda la ribera de la Cañada del Ñato, la Cañada de Alejandría, la de los Chileños (la de Alejandría llega hasta el Mulato).
En el Chaco salteño hay sobre todo ganadería de subsistencia, y en los últimos años se había empezado a trabajar en la agricultura.
“Estamos todavía en las primeras acciones de la creciente y todavía no se ha podido hacer una cuantificación de las pérdidas. De hecho hay algunos registros fotográficos de animales muertos”, dijo el técnico. Indicó que saben que hubo “bastantes” animales muertos como ser vacas, chivas, chanchos, gallinas, perros”.
El relevamiento es importante para poder determinar quiénes recibirán un resarcimiento, si se declara la emergencia agropecuaria. Penza dijo que para esto será importante que los productores estén inscriptos y dijo que no hay mayor problema en ese sentido con los criollos, pero distinta es la situación de los indígenas, que no están inscriptos.
Destacó el caso de la comunidad La Curvita, la más afectada por las crecidas, a tal punto que no podrán volver a habitar en el mismo lugar y “tienen que hacer otro pueblo. Ellos perdieron casi todo, y las familias tenían al menos dos o tres chanchas y al menos 30 cabras”, y 22 productores agrícolas había relevado el INTA con cultivos de entre media y dos hectáreas.
En Santa María hay unos 60 productores agrícolas afectados, y “no menos de 100 hectáreas”. Todo “hecho con muchísimo esfuerzo. Los cercos lo hacen con lo que pueden, con pedazos de bicicleta, palos a pique, retazos de alambre, o de ramas.
Habíamos empezado a acompañar el riego por goteo, tratando de introcucir esa tecnología como acá las lluvias son escasas” y con esto “había empezado la dinámica de contagio de muchos productores”, sin embargo, ahora se perdió todo.
Por caso, en La Curvita el enlame subió un metro y tapó todo. Algo similar pasa en Santa María, “Se han perdido herramientas de trabajo que han quedado bajo el barro, hay gente que tenía motosierra, soldadoras, gente laburadora”, lamentó Penza, quien resaltó la actitud de los habitantes de La Curvita, cuyo cacique, Rogelio Segundo, pide herramientas.
