La médica contó que ella fue quien lo atendió, y afirmó que el padre se negó a internarlo antes y luego rechazó la derivación y que recién aceptó cuando ya estaba muy mal.
También afirmó que hay muchos casos de madres adolescentes, que no cuentan con los conocimientos ni los recursos para dar una buena atención a sus hijitos. Dijo que hay madres adolescentes de 13, 14 años, “que tienen un chiquito y no lo saben cuidar, algunas que no saben ni leer, viven en casitas precarias”, contó.
“Quiero que Salud mejore en el área en el que ahora estoy como gerente. Estamos haciendo mucho, estamos complementando las vacunas que a veces están incompletas en algunos niños, se están captando niños con riesgo, bajo peso, se los está recuperando, se están haciendo controles de embarazo”, aseguró Quispe, quien se quejó de que este trabajo no se visibiliza y sí son criticados cada vez que hay una muerte y dijo que le gustaría que un periodista los acompañara 24 horas y luego diga "si se trabaja o no".
“Somos cinco médicos que tenemos que estar pendientes de 14 mil habitantes” en un área dispersa que comprende a 17 comunidades, añadió. Aseguró que están “yendo casa por casa a poner los dispositivos” para evitar embarazos no deseados”.
De todos modos, señaló que por estos días se dan las patologías respiratorias propias de la estación: bronquiolitis, faringitis, amigdalitis, que, sin embargo, necesitan ser tratadas de manera adecuada.
Quispe sostuvo que los padres “vienen demasiado tarde” a la consulta “y cuando les decimos algo no quieren internarse”, por lo que muchas veces tiene que hacerse la denuncia policial. “Hemos derivado infinidad de niños en mal estado general (...) simplemente porque ellos vienen así, mal, hacemos lo posible para estabilizarlos”.
Explicó que una de las razones para negarse al traslado a Tartagal es que generalmente las familias no cuentan con recursos para los gastos que demanda una permanencia en la ciudad, y porque temen que luego no se los regresara a su lugar.
“El padre se negó a internarlo”
La médica Marcela Quispe, dijo que el niño de un año y dos meses fallecido el domingo estuvo “en varias oportunidades” en el Hospital de Santa Victoria Este y “hace como tres días, lo quisieron internar. Los padres no quisieron”.
Agregó que la médica que lo atendió entonces amenazó al padre con denunciarlo y le ofreció ponerle suero, porque estaba un poco deshidratado, con tos y vómitos, “con una neumopatía, una infección respiratoria muy grave”.
Quispe añadió que el domingo, cuando los padres lo llevaron nuevamente, “no estaba tan descompensado, tenía mucha secreción”, y ella le planteó derivarlo a Tartagal pero el padre se negó. A la noche se puso mal, le costaba respirar, y decidió derivarlo, por lo que habló otra vez con el padre, quien consintió, pero pidió que lo esperaran para buscar ropa.
Mientras tanto el niño quedó con su madre y como “lloraba, entonces le quiso dar la teta, aparentemente se broncoaspiró” y falleció.
