Se llamaba José Alberto Guanuco, conocido como “Gorila”, sentó sus reales de lustrín en el eje céntrico identificado con el desaparecido bar El Farito, y los hoteles Salta y Victoria Plaza.
En estos últimos tiempos de vacas flacas, donde tambien el uso del zapato fue dandolugar a la zapatilla, Guanuco suplía la demanda, con trámites en los bancos, con el pago de impuestos y otras yerbas. Así ca-peaba el temporal.
“Ya va a pasar. Nada es eterno”, decía.
Se fue para siempre tras pelear con una enfermedad. Pero dejó su impronta. Su banca y el cajón, que eran su medio de vida. Y muchos amigos y clientes, tristes por su rápida partida...