El que se escondía detrás de los muros de su mansión de Banfield. O el que, con solo contar con estudios primarios, podía dar cátedra a la hora de hablar de religiones comparadas.
Aquella partida del 4 de enero dolió. Pero hoy, a exactos diez años de su último suspiro en la clínica de Mendoza, donde fue sometido a un trasplante cardiopulmonar, su legado sigue vivo, agigantado.
Aquel 4 de enero de 2010, a las 20.40, un shock séptico, según rezaba el parte oficial, pudo con su vida. Tenía 64 años. Y aún mucho para dar. El cuerpo quebrantado dijo basta para hacer nacer el mito. Ese que hoy está más vivo que nunca.
Ese que es protagonista con aura perceptible en el castillo de la calle Pavón al 3900 que el propio Sandro diseñó para albergar estudios de grabación y oficinas. Blanco y con una torre que se destaca en medio de la barriada de Boedo.
Allí, una cava y un bar temático con objetos que le pertenecían conforman una guarida, un refugio de contemplación a cargo de Pablo Ferraudi, el hijo de Olga Garaventa, el que Sandro adoptó casi como propio y que lo convirtió en su mano derecha.
En ese castillo porteño, hoy se desarrollará Sandro Inmortal, una muestra homenaje abierta al público. Allí, en el Centro Cultural Cava, que funciona en el primer piso de las instalaciones, se llevarán a cabo una serie de actividades que convertirán la fecha en un motivo de encuentro de fans para compartir anécdotas y música.
“Se llevarán a cabo tres visitas guiadas, en el espacio de arte habrá cuadros y objetos personales, y se proyectarán las películas Muchacho, Embrujo de amor y Subí que te llevo”, explica Ferraudi quien, además de ser el responsable de la actividad del castillo, es un reconocido fotógrafo artístico.el joven artista, junto con los periodistas Graciela Guiñazú y Eduardo Barone, son los responsables de preservar el legado. Incluso, de convertir en una fecha aún no definida, parte de la casa de Banfield en un museo, de experiencia inmersiva, abierto al público.
Mientras tanto, el castillo de la calle Pavón es un lugar ineludible para los seguidores del músico. Los objetos personales y la colección fotográfica mantienen vivo el espíritu del ídolo: “Acá está su espíritu, su energía, hay algo especial.
El diseño y construyó este lugar que atrapa ni bien se ingresa. Me he quedado horas sentada en el bar escuchando música. Es hermoso, muy placentero. Me encanta venir”, reconoce Garaventa quien comenzó trabajando como personal de mantenimiento cuando el castillo albergaba las oficinas del representante Aldo Aresi y la planta baja era el depósito de los equipos de sonido que Sandro utilizaba en sus conciertos.
Allí lo conoció. Y lo que en el comienzo fue una relación tibia, distante, concluyó en matrimonio. Cosas de la vida. “Estoy muy contenta con que se haya abierto, sobre todo por sus nenas que ahora tienen un sitio donde reunirse y encontrarse con todas las cosas de Roberto, de Sandro.
Ellas querían tener un lugar, por eso están felices”. En ese sentido, Ferraudi reconoce que la apertura del castillo significa también un motivo de agradecimiento: “Él fue consciente que llegó hasta donde llegó porque las fans lo respaldaban. El decía que se podía tener mucho talento, pero que era la gente es la que decide acompañar a un artista o no”.
Para visitar el museo en las vacaciones
El Castillo de Sandro: Pavón 3939. Buenos Aires. Abierto de lunes a viernes de 12 a 22 hs. Visitas guiadas: 12 y 16 hs.
Visitas guiadas: 13.30, 16.00 y 19.15 hs. Muestra fotográfica permanente. Proyecciones: A las 14, Embrujo de amor; a las 16.30, Muchacho; a las 19.45, Subí que te llevo. Bono contribución: $100. Estudiantes y jubilados: $50.