Tras el receso por las festividades religiosas del Milagro, el debate se reanudará el jueves 16, oportunidad en que se escucharán las últimas declaraciones testimoniales, para avanzar el viernes 17 con la audiencia de alegatos y posterior veredicto.
Por el crimen de Bernasar, son juzgados José Humberto Nieva por el delito de homicidio doblemente calificado por la relación de pareja preexistente y por mediar violencia de género; su primo Pablo Maximiliano Nieva por participación necesaria en el mismo delito, y la pareja de este, Ruth Alejandra Loayza, por participación secundaria. Ahora, a ésta pareja se le sumaron las acusaciones de encubrimiento y falso testimonio.
El viernes, comparecieron dos testigos propuestos por la defensa de José Nieva, quien era pareja de la víctima. También declaró una oficial de la policía que tuvo a su cargo la inspección ocular de la habitación donde vivían el acusado y Gimena.
Los dos testigos que citó la defensa son comerciantes. Ambos eran clientes de la empresa de productos lácteos para la cual trabajaban los Nieva como repartidores. Uno de ello, refirió que conocía a los imputados porque llevaban mercadería a su local.
Dijo que no recordaba con exactitud si lo visitaron el día del hecho (sábado 22 de junio de 2019) o el viernes anterior. Indicó que solían hacer los repartos entre las 10 y las 12 y que su tarea de descargar y cobrar les llevaba entre 10 y 15 minutos, dependiendo de si debían esperar porque había clientes en el local. El testigo señaló que, en ese momento, las cámaras de seguridad estaban en reparación. Seguidamente declaró la perito que tuvo a su cargo la inspección ocular en el inquilinato de barrio Leopoldo Lugones donde convivían Gimena y Humberto Nieva.
La oficial refirió que la comisionaron para investigar un supuesto suicidio por ahorcamiento, pero al arribar al lugar, advirtió que no había evidencias que confirmaran la mecánica de ese hecho. Detalló que la víctima se encontraba en el piso, al costado de la cama y que presentaba signos de violencia en su rostro (evidencias de golpes y sangre). También se observaban signos de defensa en una de sus manos. Había un cinto cerca de una silla, pero no existía un soporte que pudiera haber sido utilizado para que una persona se quitara la vida por ahorcamiento. Indicó además que había manchas de sangre sobre un borde de la cama, señales de goteo a los pies de la víctima y manchas en una zapatilla.