Las audiencias se retomarán el próximo lunes a partir de las 13.
El sacerdote está acusado de los delitos de abuso sexual gravemente ultrajante por la duración, agravado por ser ministro de culto reconocido, en perjuicio de dos víctimas; y de abuso sexual simple agravado por ser el autor ministro de culto reconocido, en perjuicio de una tercera.
Inicialmente, estaba previsto que las tres víctimas declararan durante la jornada y que dos de ellas lo harían de forma remota. Sin embargo, solo declaró el testigo presencial.
Se trata de un exnovicio de la congregación, quien ratificó ante el Tribunal que fue abusado sexualmente por el acusado.
El denunciante Y.G. repasó ante el tribunal su vida como miembro de la comunidad religiosa fundada por Rosa Torino, a la cual ingresó en 2010, cuando tenía 14 años de edad. Contó que en 2012 lo trasladaron a una casa que tenía la congregación en el sur, en Puerto Santa Cruz. Allí sufrió abusos sexuales por parte de otro sacerdote de la orden.
En 2014 regresó a Salta decidido a abandonar la vida religiosa y habló con Rosa al respecto. En esa oportunidad le contó al cura fundador acerca de los abusos sufridos en el sur, por otro miembro de la orden, pero él le dijo que tenía que perdonar al agresor porque esos actos eran una debilidad y le pidió que no lo exponga, que se quede en la comunidad.
Y.G. señaló que, desde ese momento, Rosa Torino se posicionó como su guía espiritual, encargado de hacerle el seguimiento vocacional. A partir de allí se sucedieron los abusos en manos del imputado. El joven relató que el primero de ellos ocurrió en la casa de retiros espirituales de Palermo Oeste (Cachi). Luego siguieron otros hechos similares en la casa principal de la congregación, en la calle Santa Fe de la ciudad de Salta, y en otra residencia de Finca La Cruz.
El damnificado refirió que Rosa Torino le solicitaba que se bajara los pantalones y le mostrara los genitales. Hacía las “revisaciones” con el pretexto de verificar si tenía una enfermedad testicular llamada varicocele. El imputado decía conocer sobre el tema y le aseguraba que lo hacía para cuidarlo, como un padre preocupado por la salud de su hijo. El denunciante precisó que, en algunas oportunidades, Rosa Torino le tocaba sus partes íntimas y, en otras, solo se las observaba.
Y.G. manifestó que al principio sintió mucha vergüenza, pero luego los tocamientos se naturalizaron, ya que él confiaba en lo que le decía el sacerdote, fundador de su comunidad. Dijo que, no obstante, sus superiores nunca lo llevaron a un médico para que lo revisara y le confirmara si padecía o no la enfermedad que le había detectado Rosa Torino.
El acusado sostuvo que solo fue consciente de los abusos que había padecido en manos del sacerdote cuando se entrevistó en Buenos Aires con otro exmiembro de los Hermanos Discípulos de Jesús San Juan Bautista, que ya había presentado denuncias en contra de la congregación.