En este caso se trata de Gustavo Orozco, diputado provincial por Rosario de la Frontera, y otros policías de esa ciudad.
El alto tribunal, ahora con nueve jueces para supuestamente velar con mayor eficacia y celeridad en las causas, en realidad, se vio obligado a intervenir, pues los dos magistrados en cuestión llevaron la contienda a su estrado, caso contrario la dilación del caso habría seguido en pugna.
Este papelón de la Justicia tuvo como protagonista a los jueces Héctor Guzmán y Antonio Pastrana, ambos de Garantías, el primero de Anta y el segundo de esta ciudad.
Resulta que Guzmán, a quien le cayó el sayo para llevar adelante el juicio a Orozco y otros ochos policías por los delitos de vejaciones agravadas por el uso de la violencia, severidades, torturas, privación ilegítima de la libertad y apremios ilegales, decidió invocar una vieja amistad con la esposa de uno de los imputados, para de esa manera zafar de seguir con el debate.
A partir de allí, se inició una cadena de excusaciones que involucró a otros tres jueces hasta llegar a Pastrana, quien, si bien reconoció la maniobra de su colega y lo enfrentó para que asuma su responsabilidad, el caso, con ellos se estancó en un ida y vuelta de planteos que, como era de esperar, terminaron en la Corte de Justicia.
Desde allí, el viernes pasado, se dio a conocer un fallo mediante el cual, los nueve ministros dieron por terminada la disputa y dejaron nomás el sayo sobre Guzmán, quien ahora deberá seguir adelante con el juicio al diputado Orozco, quien resultó el más beneficiado, pues el debate en su contra aún sigue sin fecha en el horizonte. En su fallo, la Corte fustigó a los jueces Guzmán y Pastrana, “toda vez que generaron un dispendio jurisdiccional injustificado tras insistir acerca de una cuestión cuyo trámite tiene expresa solución en la ley procesal”, pues la causal de amistad no tiene asidero legal.
Para la Corte, los jueces debieron evitar las “dilaciones innecesarias y desgastes que afectan gravemente la celeridad procesal”.