El título del citado artículo del New York Times “Deseando que las llamas se conviertan en heroínas del Coronavirus” resume el inusual dato que hallaron los científicos.
Las pruebas de laboratorio realizadas en una llama, que es un animal pariente sudamericano del camello, aunque no tiene joroba. De contextura muy fuerte fue domesticado por los habitantes de los Andes. Sus parientes salvajes son los guanacos y las vicuñas.
Es en estos animales que los científicos descubrieron que pudieron controlar el desarrollo del virus. En concreto, las pruebas se hicieron sobre una llama de cuatro años llamada “Winter”, que ya había sido “utilizada” para estudios sobre el SARS y el MERS. Como sus anticuerpos lograron evitar esas infecciones, los científicos se plantearon que tal vez, podría ocurrir lo mismo con CoVid-19. Estaban en lo cierto. Las conclusiones y los resultados de su trabajo se publicaron el martes en la revista "Cell".
El estudio relata que los seres humanos producen solo un tipo de anticuerpo, compuesto por dos tipos de cadenas de proteínas, que tienen la forma de una “Y”.
Las llamas, por otro lado, producen dos tipos de anticuerpos. Uno es similar a la del ser humano, pero el otro es mucho más pequeño. Apenas el 25%.
Ese anticuerpo más diminuto le permite acceder a las proteínas espiga del virus. Que son la clave para que el COVID-19 rompa las células huésped y nos infecte.
Los anticuerpos de las llamas también son fácilmente manipulables, dice Xavier Saelens, un virólogo molecular de la Universidad de Gante en Bélgica, uno de los autores del nuevo estudio.
Este menor tamaño de las proteínas en “Y” están en condiciones de llegar hasta el virus e impedir que se reproduzca logrando que el mismo no se active.
Los investigadores esperan que el anticuerpo pueda usarse como tratamiento de profilaxis, protegiendo a una persona, que, si llega a contagiarse, el virus no pueda reproducirse y desarrollar la enfermedad.
Se cree que sus efectos no serían permanentes. Durarían solo un mes o dos.
Pero su gran importancia es que evitaría que la enfermedad se desarrolle, como un antiviral efectivo hasta que llegue la tan ansiada vacuna.
Claro que también aquí hacen falta meses de más investigaciones, pero se está avanzando hacia ensayos clínicos.
Sobre todo lo más importante. Saber si es seguro inyectar anticuerpos de una llama en pacientes humanos.
El artículo del New York Times, sin embargo termina con una apuesta al optimismo: “Si funciona, la llama ‘Winter’ merece una estatua”.
En nuestro país hay numerosos ejemplares de llamas como para intentar el mismo tipo de estudio.