El texto que acompañaba las publicaciones que se dieron a conocer en las redes sociales decían “en el día de ayer (por el miércoles 5 de setiembre), el montonero y ex subversivo de Verbistsky sentado en la presidencia de la Legislatura de Salta y con la anuencia de su presidente, hizo descolgar el crucifijo que preside la sala. Es necesario un repudio y desagravio por parte del pueblo de Salta y sus autoridades. En el comienzo de la novena un sacrilegio que lacera el alma del pueblo salteño”.
El texto, de autor desconocido, se virlaizó por las redes sociales con las imágenes del antes y después del ícono religioso.
Sin embargo, se pudo conocer que no hubo pedido alguno ni de Verbitsky, ni de Godoy. Y se negaron también las versiones de Infobae sobre que uno de los integrantes de la Cooperativa Coyuyo (una de las entidades organizadoras), haya hecho la solicitud.
Sin embargo, desde Coyuyo consideraron positivo el hecho de que se haya decidido sacar el ícono religioso ante la trayectoria de Verbitsky, un crítico e investigador de la Iglesia.
Recordaron que en el descanso de las escalinatas de la Legislatura estaba la imagen de la Virgen, sin que nadie haya dicho o hecho nada al respecto. Pero afirmaron que se supone que la Legislatura es un lugar que no debiera tener ninguno de estos símbolos religiosos, cuando es una institución estatal que debería ser laica.
Al hacer las consultas, el presidente de la Cámara de Diputados, Santiago Godoy, recordó que hubo un pedido en la Asamblea de la Confederación Parlamentaria de las Américas (COPA), para sacar el ícono religioso durante las jornadas que tuvieron lugar en octubre de 2016.
En aquel momento nadie dijo nada. Una de las tantas reflexiones de quienes estuvieron al tanto de los hechos fue que no se dio importancia al pedido “porque se trataba de una canadiense, y no de un zurdo”.
La charla, realidad política y económica
Más allá de la polémica que surgió sobre el crucifijo (y que algunos legisladores arengaban para tener rédito político desde mensajes de intolerancia), la charla de Verbitsky fue sobre todo un análisis sobre el presente que se encuentra representado por una base que dijo, “es adolescente y tiene pañuelo verde”.
Apuntó también a las nuevas interacciones de los trabajadores en la situación actual en donde las banderías sindicales, al menos, quedaron por debajo de sus objetivos en una lucha que aparece unificada. “Aparecen nuevos afectos”, sostuvo.
No dejó de hacer el análisis de la realidad política económica actual al decir: “Se que están pasando un momento horrible, horrible, horrible. Pero como decía uno de mis autores favoritos, siempre hay primavera”.