El mismo sábado la mujer efectuó una exposición ante Gendarmería, detallando lo ocurrido, por temor a que los policías pudieran accionar contra sus hijos, tal como se los habían prometido.
La situación se habría registrado en la madrugada del sábado cuando los jóvenes salían del boliche donde habían concurrido, y en la puerta se encontraron con un tumulto del que trataban de escapar, cuando fueron detenidos por una patrulla de infantería.
Así los obligaron a subir al patrullero, tras golpearlos e insultarlos. Como demoraban la madre salió en su búsqueda deambulando por distintos lugares, hospital, la propia comisaría donde le negaron que estuvieran allí.
Hasta que ella por sus propios medios los vio dentro del patrullero, desde donde nunca la policía los bajó, manteniéndolos esposados y con las heridas a flor de piel.
La madre, cuando le entregaron los hijos a las 9 de la mañana, fue a una clínica para que certifiquen las lesiones, y luego se dirigió a Gendarmería a dejar expuestos los hechos, dejando asentado los apremios ilegales como así también la denuncia de amenazas y la retención indebida de documentación, ya que los policías no le devolvieron el DNI de uno de sus hijos.