REPORTAJE DE AHUERMA

La causa de los hermanos Saavedra y su vinculación con la muerte de Jimena Salas

Coincidiendo con el informe anual recientemente conocido sobre las torturas ejercidas desde fuerzas de seguridad, el fotoperiodista Alejandro Ahuerma realizó una entrevista a los hermanos Saavedra por el caso Jimena Salas, donde  relataron lo que les pasó y que se traduce a continuación.

Ana María Simón junto a Fidelina Díaz. Foto Alejandro Ahuerma.
Ana María Simón junto a Fidelina Díaz. Foto Alejandro Ahuerma.

"Vigilar y torturar"

El crimen irresuelto de Jimena Salas y la detención de los hermanos Saavedra el 20 de Septiembre del 2.022, acusados de ser los autores del mismo, volvió a exponer el accionar ilegal de los encargados de investigar, y administrar justicia en la Provincia de Salta.

El día lunes 15 de Mayo en el programa "Foja 0" conducido por el periodista Ángel Mansilla, se anunciaba un programa dedicado al tema del narcotráfico, con una entrevista exclusiva del Procurador General de la Provincia Pedro García Castiella, pero en el final del primer bloque el conductor anunció que iba a preguntarle al procurador sobre las "Novedades" en el caso Jimena Salas, que tenía 3 nuevos detenidos cuando parecía que el crimen iba a quedar impune, derivando en un reportaje donde Castiella resaltó a un grupo de investigadores jóvenes que habrían llevado a cabo la pesquisa y las detenciones. Entre ellas  la de Javier Saavedra, alias "El chino", (les encanta poner alias, porque suena a delincuente) detenido de manera violenta por personal de civil en vehículo sin patente, tal como lo hacían los grupos parapoliciales de la triple A y de la dictadura, donde le aplicaron todo tipo de apremios ilegales con el fin de que se hiciera cargo del crimen de Jimena Salas.

Los apremios ilegales y las torturas en el CIF

"Tenemos tu ADN". El relato del propio Javier Saavedra, volcado en las hojas de un cuaderno que logró filtrar desde la Alcaldía donde permanece detenido, es un viaje al espanto: durante todo el viaje fue apremiado física y psicológicamente, hasta acusado de haber querido matar al chofer del "grupo de tareas" enviado a detenerlo; entre otras barbaridades, le decían que ya tenían su ADN, que ya había perdido, que se confiese culpable, pero lo peor iba a llegar al entrar al edificio del CIF (Cuerpo de Investigaciones Fiscales).

Según el relato del propio Javier Saavedra escrito de puño y letra en primera persona, los agentes que lo trasladaron se turnaban para golpearlo y apretarlo durante todo el traslado, entre los que se encontraban el encargado de la investigación, el oficial Colque y los más encarnizados oficiales, uno apodado "Mbapé" y un tal Ruso, desde su detención en Santa Victoria hasta Salta. Allí lo esperaba la peor parte: sería torturado nuevamente, esta vez ante la presencia del Jefe de Investigaciones de Homicidios del CIF, quien, vestido formalmente, con lentes oscuros y peinado engominado, después de ver cómo lo golpearon y patearon en el piso y le hacían lo que en la jerga parapolicial llaman "El submarino", (Te ahogan con agua para que te desesperes), ordenó que cesaran con la tortura para quedarse a solas con el detenido.

Se presentó: "Soy Harry, el jefe de Homicidios". Su madre, Ana María Simón, logró meses después averiguar la verdadera identidad del funcionario. Tras recorrer varias oficinas donde le negaban la información, logró saber que se trataría de Pedro David Añazgo, quien habría sido el propio testigo de las torturas aplicadas a su hijo el 21 de Septiembre del 2022 en las propias oficinas del CIF.

Luego de las torturas le tomaron huellas digitales y de sus manos varias veces, al preguntarle a  uno de los oficiales por qué le tomaban tantas muestras, el que las tomaba, riéndose le contestó: "Ya vas a ver".

Perfil de Javier, el "Chino" Saavedra

"¿Qué hizo Usted el mediodía del 27 de enero de 2017? ¿Dónde estaba?"

El día y hora del crimen, el GPS de su teléfono lo ubica en su casa y en Villa Floresta, (zona sureste de la ciudad de Salta), donde organizaba actividades en un merendero, ni cerca de la casa de Jimena Salas, ubicada en la localidad de Vaqueros.

Pero para conocer bien quién era y qué hacía Javier Saavedra en todos estos años cuando pasaron 6 años del crimen que se le inculpa, caminamos con su madre por las calles de Santa Victoria Este recorriendo los lugares donde trabajaba su hijo, buscando testimonios de personas que conocían a Javier. El camino se extendió a varias comunidades, ya que si bien en el pueblo varios conocían la labor solidaria que llevaba a cabo junto a otros voluntarios en la parroquia San Ignacio de Loyola, donde el padre Martín Caserta es párroco, pocos quisieron dar testimonio seguramente por temor a futuras represalias.

Sin embargo, en las comunidades a donde fuimos a preguntar si podían darnos referencias de la actividad de Javier Saavedra, logramos que varios referentes de sus comunidades dieran testimonios, emocionados y dolidos por la situación que atraviesa uno de los voluntarios más queridos de la zona.

Lejos de intentar escaparse al extranjero (el límite con Bolivia queda a solo 7 km.) durante los 5 años y medio que pasaron del crimen, Javier trabajó solidariamente con las comunidades y dejó la mejor impresión ganándose el cariño incondicional de sus miembros, no solo llevando Agua segura y consiguiendo luz para alguna comunidad, sino promoviendo talleres de música, escuelitas de fútbol y trasladando niños enfermos al hospital o a la escuela, cuando no tenían como trasladarse desde los parajes más olvidados del norte de la provincia de Salta.

Testimonios

La pregunta siempre fue la misma para cada entrevistado: -¿Qué nos puede hablar sobre Javier Saavedra?

Ángel Pérez, Cacique de la etnia WICHI, de la Comunidad las Moras II, dijo: “Siempre estamos haciendo oración por él, porque siempre él trabajó para acá, porque nosotros no tenemos agua, él traía agua a la comunidad. No tenemos nada acá y la iglesia traía siempre alguna cosa para ayudar a los chicos, a veces los chicos no van a la escuela porque la escuela queda muy lejos de acá, y él los venía a buscar y los llevaba. También le agradecemos a él que pidió a EDESA los cables para que tengamos luz en la comunidad, porque siempre era muy peligroso vivir aquí sin luz por la cantidad de víboras”, agregó.

Alejandro Díaz, músico de la Comunidad de la etnia Chorote de la Comunidad Pomis Jiwet (Tierra de tambores), refirió: “A Javi lo conozco de un día en que vino mi hermano mayor Feliciano Díaz, estaba acompañando a las hermanas en otras comunidades, él le mostró un arpa paraguaya de 36 cuerdas, le contó que le gustaba la música y familiarizaron por la música.

 

 

 

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