Desde Dislexia Salta- Disfam insisten en la reglamentación de la Ley 7.997 que adhiere a la Ley nacional 27.306, que tiene por objeto declarar de interés nacional el abordaje integral e interdisciplinario de los sujetos que presentan dificultades específicas del aprendizaje. A pesar que la Ley nacional fue promulgada en 2016, fue reglamentada recién en febrero de este año.
El 10% de la población padece el trastorno.
Hasta ahora las obras sociales dan cobertura con limitaciones en las prestaciones, cuando este colectivo requiere de cobertura integral e ilimitada psicopedagógica, psicológica y fonoaudiológica.
Mariana Recaman, referente de la entidad, remarcó a este medio que desde el 2015 que insiste en una ley que dé cobertura sin límites a las personas con estas dificultades. En ese año presentaron sin éxito un proyecto de ley provincial en la Legislatura.
"En el 2016 salió la adhesión a la Ley nacional y en el 2018 nos reunimos con los ministros de Salud y Educación en donde nos prometieron que en octubre de cada año se iba a hacer concientización docente, pero no tuvimos noticia de que se haga. Al no estar reglamentada la ley, todo es engorroso", indicó.
"Otra dificultad que se tiene es que las obras sociales para dar coberturas piden el certificado de discapacidad, cuando la dislexia no lo es. Con la ley se las obliga a que den cobertura sin el certificado. La mayoría de los padres termina pagando las consultas por su cuenta para no sacar el certificado de discapacidad. Y los que no tienen la posibilidad económica terminan sacándolo", afirmó Recaman.
Agregó que el Instituto Provincial de la Salud (IPS) pone muchas trabas para las autorizaciones de las prácticas, mientras que las prepagas son un poco más flexibles. "El que es tenaz y tiene información de la ley logra acceder a las coberturas", agregó.
Otras actividades
Además está previsto, por iniciativa del Defensor del Pueblo Federico Núñez Burgos, una reunión online hoy a las 12, con los concejales capitalinos a los fines de intercambiar ideas, propuestas y necesidades referidas al colectivo.
Las alertas
La mujer contó que las señales de alerta comenzaron cuando su hijo cursaba Nivel Inicial. "No reconocía los colores, se olvidaba de los días de la semana, no podía unir letras con sonido. Comenzamos con neurólogos y luego con la psicopedagoga a fines de primer grado que es cuando se puede hacer un diagnóstico, cuando se inicia la lectoescritura", contó.
Señaló que los niños y adolescentes con dislexia son objeto de burlas por parte de sus compañeros e inclusive de los docentes, que no cuentan con las herramientas para abordar la situación. "Muchas veces sin querer, los docentes terminan maltratando o exponiendo la situación ante el resto y eso provoca un terrible problema de autoestima que afecta toda la vida. Los chicos no deberían tener otros problemas que el de la lectoescritura", dijo.
Remarcó la importancia de la capacitación docente en estos aspectos y de la detección temprana del trastorno para un adecuado abordaje y contención de la situación y del niño.
"El docente debería estar capacitado para darse cuenta de esto, y dar la alerta para que se inicie el tratamiento. Los padres no estamos en el aula. De todas formas, con las concientizaciones estamos logrando que se hable del tema", dijo.