También motivó las "marchas del silencio" que organizaba la monja Martha Pelloni, rectora del colegio al que asistía María Soledad, y terminó con la detención y posterior condena de Guillermo Daniel Luque -hijo del entonces diputado nacional Ángel Luque, fallecido en 2011- y Luis Raúl Tula.
Luque fue declarado culpable por la violación y homicidio de María Soledad. Le dieron 21 años de prisión el 28 de febrero de 1998 por la "violación seguida de muerte agravada por el uso de estupefacientes" de María Soledad. Estuvo preso solamente 14 años. Salió de la cárcel de Catamarca en abril de 2010, bajo "libertad condicional" por "buena conducta".
Los Saadi volvieron al poder. Los condenados Luque y Tula purgaron sus penas y caminan libres. Mientras, Ada Morales no pasa un día sin recordar a su hija: “Cuando veo a sus compañeras ya profesionales y rodeadas de hijos, veo los sueños truncos de mi hija que de vivir me hubiese dado nietos y sería maestra jardinera”
Hoy se cumplen 30 años del crimen de María Soledad Morales, pero la Catamarca que supo reclamar justicia con sus históricas Marchas del silencio por el esclarecimiento de su causa parece haberla condenado al olvido.
Los Saadi, que habían gobernado la provincia durante medio siglo y fueron destituidos por encubrir a los hijos del poder sospechados de cometer el asesinato volvieron a gobernar la provincia de la mano de algunos de sus descendientes que condujeron y conducen los destinos de San Fernando del Valle de Catamarca.
La única que mantiene viva su memoria y no pasa un día sin recordarla es doña Ada Rizzardo (71) que contempla con dolor e impotencia como Luis Tula y Guillermo Luque, los condenados por el asesinato de su hija, caminan libres por las calles de la ciudad después de haber purgado sus condenas ante la mirada indiferente de sus comprovincianos, que pese a la trascendencia mundial que tuvo el caso parecen haberlo olvidado para siempre.
“Quizás porque muchos de los que fueron testigos de esa época ya murieron y porque los últimos gobiernos con el silencio cómplice de algunos medios colaboraron para eso”, sostiene un periodista local que por miedo a represalias prefiere omitir su nombre, a pesar de que ya pasaron tres décadas.
Solo cuando los turistas preguntan por el asesinato de aquella chica que conmovió a un país entero, algún mozo memorioso se atreve a contar lo que sucedió. El único vestigio que logró sobrevivir es el monolito, que se erige como un símbolo icónico de aquella época, que recuerda el lugar donde apareció el cuerpo de la joven desfigurado y comidos por las alimañas.
Sentencia a medias
El 27 de febrero de 2008, el tribunal integrado por los jueces Santiago Olmedo de Arzuaga, Jorge Álvarez Morales y Edgardo Álvarez condenaran a Guillermo Luque a 21 años de prisión por violación seguida de muerte agravada por el uso de estupefacientes y a Luís Tula, a 9 años por partícipe secundario. La sentencia también ordenaba seguir los casos de otras 33 personas por el supuesto delito de falso testimonio, entre los que estaban Luis ”Hueso” Ibañez y Luis “El Loco” Méndez, que fueron señalados por varios testigos como los acompañantes de Luque y Tula durante una fiesta privada que se realizó en el boliche Clivus en la que habría muerto María Soledad.
Pero la continuación de la investigación para determinar los falsos testimonios y quiénes habían encubierto el caso nunca llegó a juicio oral porque la causa terminó prescribiendo.
De hecho el padre de Soledad sigue sosteniendo que fue una condena a medias: “Para mí tuvieron que haberle dado perpetua. Condenaron solamente a dos y nosotros como padres sabemos que hubo más personas involucradas, gente de mucho poder que estuvo y participó en la violación y crimen de nuestra hija”.
“La justicia quedó en deuda con nosotros, porque nunca condenó a todos los que ayudaron a encubrir el crimen de mi hija, los policías, los miembros del poder judicial... Toda esa gente quedó impune. Nunca más se los volvió a investigar. Todos se olvidaron de María Soledad”.