Así se refiere Monseñor Carlo María Viganó, ex Nuncio en los Estados Unidos, en un documento publicado el 28/10/2020, cuando habla de una “anti-Iglesia” usando el término en inglés “deep church” que traducido es “iglesia profunda”, haciendo una analogía con lo que es la “deep web” o “web profunda” que es una internet “oculta”, “paralela” o “invisible” donde se encuentran contenidos no visibles en los motores de búsqueda convencionales que en general usamos.
En un video de una hora de duración el prelado denuncia la usurpación del trono de Pedro por parte del Cardenal Jorge Mario Bergoglio con el apoyo de la masonería que lo llevó hasta donde se encuentra hoy: ser el Papa Francisco.
Monseñor Viganó llama “Iglesia profunda” a una red clerical en la sombra “que traiciona sus deberes y renuncia a sus debidos compromisos ante Dios”. Esta “deep church”-“iglesia profunda”- está formada por eclesiásticos que se apoderan de la Iglesia gracias a un proceso que ciertamente no es improvisado sino pacientemente tejido a partir del Concilio Vaticano segundo (1965). El fin de esta trama no es otro que establecer, también en la Iglesia, El Nuevo Orden Mundial (The New World Order) que responde a un plan riguroso y minucioso en el tiempo, al que hay que someterse. El arzobispo le da a la situación un significado cósmico, como parte de una batalla entre “los hijos de la luz y los hijos de las tinieblas”. Y ciertamente hay razones para creer que existen redes influyentes que ponen en riesgo almas y naciones.
Según Monseñor Viganó, a partir del Concilio se trata de dejar de lado todo lo que es sobrenatural en la fe católica, como por ejemplo explicar los milagros de Jesús como un elemento simbólico, dando simplemente una explicación sociológica. Un ejemplo claro de esto (que tal vez muchos de nosotros escuchamos en homilías) es el relato evangélico de la multiplicación de los panes presentado como un mero “compartir” lo que tenían los presentes (5 panes y 2 peces), o la virginidad de María como un “antiguo mito”.
El prelado dice que esta teología perversa se instaló gracias a un mundo laico-masónico que señala y presenta a la Iglesia como totalmente inadecuada con los tiempos modernos. La doctrina católica y la jerarquía de la Iglesia, son vistas como un lastre que hay que soltar, y he aquí que se presenta la cuestión: ¿seguir a Dios o al mundo? Esta “iglesia profunda” elige el mundo: “y así la oscuridad de esta entidad fraudulenta cubrió la Iglesia”.
Haciendo una analogía con un eclipse, Monseñor Viganó expresa: “la oscuridad aumentó gradualmente... y los que se animaron a señalar el Sol, fueron acusados de profetas de perdición o fanáticos intemperantes que vienen de la ignorancia y el prejuicio”. De este modo los que defendían la pureza de la doctrina fueron “castigados”, en cambio los teólogos más “progresistas” ocuparon importantes cargos al interior de la Iglesia.
Viganó dice que la Iglesia no es propiedad del Papa ni de los obispos, no es una empresa que se debe actualizar y mejorar su oferta comercial, sino lo contrario, es una realidad sobrenatural y divina al servicio de la humanidad, pero no como un simple “servicio social” (como tantas veces deja ver).
Como podemos constatar, en los últimos tiempos, la Iglesia se ha convertido más en una gran organización secular alejándose de su verdadero ser. Aquellos que manejan su maquinaria han desarrollado una comprensión de su función e identidad que está mucho menos relacionada con la tradición de la Iglesia.
Monsenor Viganó dice que la Iglesia atribuye la Pandemia no debido al pecado y egoísmo del hombre sino a las “fuerzas de la naturaleza”. Esto no es más que un preludio a la “divinización” de la naturaleza; un ejemplo de esto es lo que se vio en la Basílica de San Pedro con la sacrílega entronización de la Pachamama. El prelado también hace referencia a la encíclica papal “Fratelli tutti” la cual es un evidente manifiesto masónico, donde el grito y lema de la Revolución Francesa de liberté, egalité, fraternité, sustituye al Evangelio en nombre de una unidad entre los hombres sin un Dios.
Monseñor Fulton Shenn decía que “la hermandad humana sin Dios será la religión del Anticristo y engañará incluso a los elegidos”.
El Grande Oriente de Italia y la masonería española, están totalmente de acuerdo con los ideales de Bergoglio. Ésta última declara que la encíclica abraza la fratenidad universal que es el gran principio universal de la masonería moderna. Para vencer esta “anti-iglesia” Viganó expresa que “hay que rechazar de lleno todo lo que ella propone: pongamos nuevamente a Jesucristo al centro de nuestra vida y de la Iglesia, pongamos nuevamente la corona a María y recemos con las palabras de los santos y los místicos y no con el palabrerío de los modernistas heréticos, sostengamos a los que permancen fieles a la fe verdadera y suspendamos el apoyo material a los que hicieron pacto con el mundo y sus mentiras”. Finalizando su documento, monseñor Viganó pide a las familias y sobre todo a los niños que recen el Rosario implorando que el Reino de Dios sea restaurado.
J.T.