La donación fue realizada por María Inés Olivares Palomares, esposa del ex camarista fallecido.
Del acto participaron las juezas de Corte Teresa Ovejero, María Alejandra Gauffín y Adriana Rodríguez Faraldo y el juez de Corte, Pablo López Viñals. También participaron la presidenta del Colegio de Gobierno del Ministerio Público, la Asesora de Menores e Incapaces, Mirta Lapad, y Defensor General de la Provincia, Pedro García Castiella.
Catalano destacó la figura de Alavila: “No pasaba desapercibido. Fue un juez que sobresalió por sus sentencias y su forma de trabajar” y recordó que sostenía el ex juez que “el juicio oral era su vida. Es tiempo de llevar las palabras a la memoria y conjugarlas porque lo que caracterizó a Alavila fue su forma de expresar sus pensamientos y hacernos entrar en razón”. A su turno, su viuda María Inés Olivares Palomares, recordó que la biblioteca lo acompañó a Alavila cuando era juez. “Dio la vida por la Ciudad Judicial”, destacó.
Reconocido
Sin dudas, la impronta del ex camarista, integrante de la Cámara del Crimen 1, nunca pasó desapercibida, tanto por la firmeza en sus fallos como la exigencia de orden y formalidad en los juicios públicos, en los cuales supo imponer el respeto y valorar el servicio de justicia, ya sea entre sus colegas, las partes, el público y los trabajadores de prensa.
Dueño de una fina ironía, la cual descolocaba al más avezado, Alavila, ya sea como presidente del tribunal o vocal, supo conducir importantes juicios, entre ellos el que llevó a la condena del empresario Pedro Marcilese por el crimen del abogado Miguel de Escalada, un debate que tuvo una gran trascendencia local y nacional, pues el fallo impuesto sentó jurisprudencia.