Quizá será el tiempo de comprender que lo importante es lo central, donde el significado de la Pasión, Muerte y Resurrección es más allá de los hechos marcados en la liturgia. Si solo fuera cumplir ritos, sería fácil.
Este año no habrá encuentros en las calles ni en las Iglesias y la celebración se trasladará a las pantallas. Aunque dependerá de cada uno poder trasladarlo a sus hogares.
Así los párrocos durante estos días fueron acercando a través de distintos medios misas, lectura de evangelios, charlas, etc, logrando una comunión espiritual.
Desde el Vaticano, por internet o por los canales religiosos se transmitirán las celebraciones que el papa Francisco llevará adelante.
O sea, no es que no va a haber Semana Santa porque no podamos realizar los ritos celebratorios, o en un lenguaje conocido las “funciones celebratorias” lo que ocurre en Semana Santa y también ahora, es una realidad que está en el trasfondo, en lo profundo, en lo trascedente al signo; seguimos el signo y su hondura, el signo y su reserva de sentido.
Así un párroco de una de las Iglesias de esta Capital señalaba que “la propuesta es repasar los signos del Domingo de Ramos, compartirlos en familia, confeccionar según lo compartido nuestros propios signos que expresen la espiritualidad de la Iglesia doméstica: la familia, el hogar; el Templo más lindo donde le gusta habitar al Señor”.
“De aquí que es importante reconocer que los ‘ramos del Domingo de Ramos’ más que algo para llevar es una realidad para ofrecer al Señor, no solo para poner detrás de una puerta”, agrega el sacerdote.
Define que la entrada de Jesús a Jerusalén es irónica, cargada de significación, la alegría del pueblo y el rendirse a sus pies fue acto profundamente humano, contagiosamente social como lo son las manifestaciones populares, pero a la vez peligrosamente político; manifestaba la necesidad del Pueblo de poner la esperanza en alguien que los liberara como en aquella pascua de Egipto de la esclavitud que el pueblo vivía, de la vida infrahumana que llevaban en las lejas comarcas.
De allí que la propuesta de una feligresía en aislamiento debe incluir que cada miembro de la Familia elija la prenda o utensilio que más lo represente para saludar con ello a Jesús. Que cada miembro de la Familia tenga un ramito -verdadero, dibujado, pintado, impreso- que signifique toda nuestra fuerza vital.