Bajo esa premisa en muchas parroquias se inició así una semana que finalizará con la Resurrección de Jesús.
Fue así que ayer lejos de ser un Domingo de Ramos más fue una celebración distinta, donde los fieles más que nunca toman las riendas de la acelebración.
De allí que por sugerencia o invitación de algunos párrocos, los ramos de cualquier planta, o dibujos de hojas verdes, o mantas, como recibieron a Jesús en Jerusalen, fueron colocados en las puertas de los hogares.
De allí que este año no se trate de funciones celebratorias sino de una realidad que está en lo profundo en lo trascedente al signo. Mirando en profundidad y con el tiempo para analizarlos se puede ver que la entrada de Jesús a Jerusalen, estuvo cargada de significados, más allá de lo que sólo se veía.
Había alegría del pueblo y el rendirse a sus pies fue acto profundamente humano, contagiosamente social como lo son las manifestaciones populares, pero a la vez peligrosamente político; manifestaba la necesidad del Pueblo de poner la esperanza en alguien que los liberara como en aquella Pascua de Egipto de la esclavitud que el pueblo vivía, de la vida infrahumana que llevaban en las lejas comarcas y en los servicios de los poderes políticos -Imperio- y religioso -Sacerdotes saduceos- en el Templo, padeciendo los innumerables impuestos vejatorios de la dignidad, que no les permitía vivir como personas.
Fue si se quiere un máxima gesto político, en profunda humildad social y en misteriosa elocuencia teológica.
No fue un gesto inocente de parte de Jesús; no fue un rito inocuo, no fue un escenario efímero. Fue la confirmación de lo que Jesús preguntó: "Qué dice la gente, quién soy yo". Por eso seguirá adelante, hacia la verdadera Pascua. Hacía la pasión, muerte y resurrección. Mostrando cuál es el camino de Dios.
Fue el comienzo del Fin no solo de la Vida de Jesús entregada, sino el Fin de los poderes de este mundo que quedarán sin armas en el camino, el mensaje, el testimonio y la Cruz de la cruz. Sabiduría de Dios que sana la humanidad, rescata y salva.
El parroco que acompañará durante toda la Semana Santa a los fieles les pide que busquen una celebración diferente para este año distinto.