Permítanme aquí contarles, para los que desconocen, el porqué de este día, pues nadie conoce la fecha exacta del nacimiento del Cristo. En el imperio Romano, en este período, se celebraba el “Sol Invictus” que era la fiesta pagana del solsticio de invierno. Así mientras reinaba el emperador Constantino el Grande, el nacimiento de Jesús, por sugerencia de la Iglesia, tomaba el lugar de las fiestas saturnales y otras fiestas paganas de Roma. No todas las “denominaciones” cristianas aceptan celebrar este día como los Testigos de Jehová, y si bien los mormones se unen al mundo en la celebración, tienen como fecha del nacimiento del Salvador, el 6 de abril.
En la actualidad esta celebración esencialmente cristiana, se celebra incluso en China, país no cristiano en absoluto, a donde llegó como una época del año en la cual intercambiar regalos. Eso ¿por qué? Simplemente porque es el mensaje que mostramos aquí en nuestro occidente consumista. Pero ¿cuál es el origen de esta tradición de los regalos en modo particular a los niños? La historia, sintetizada al máximo, nos lleva a San Nicolás (270-337) quien era obispo de Myra (hoy Demre) conocido por sus obras de caridad, quien beneficiaba en modo anónimo con dinero o lo que necesitare la familia, haciendo regalos durante la noche. Más tarde esta figura se mezcló con un mito nórdico que hablaba de un niño llamado Nikolas, un huérfano que de adulto dedicó su vida a repartir juguetes a los niños. De aquí que “Papá Noel” viva en el polo norte.
Como pueden ver teniendo en cuenta el porqué de la celebración es que digo que “no creo en la Navidad”, que se transformó en una fiesta consumista, donde el gran ausente es el protagonista de la fiesta, incluso los que por fe van a la Iglesia el 24 o el 25. ¿Cuántos nos dedicamos este día realmente a “celebrar” el nacimiento del Salvador, haciendo obras de bien, o en familia celebramos sin caer en excesos, conscientes que muchos hermanos nuestros carecen de lo básico? Este año no lo permite, pero en esta también llamada “fiesta de la familia”, en particular los más jóvenes (y no sólo ellos) después del brindis se ausentan para poder ir a la discoteca y así “bailar” en honor del Niño Dios como en algunas culturas africanas. Por la pandemia, esto no está permitido.
Creo que esta realidad no es más que consecuencia del relajamiento general de la Iglesia y no me refiero solamente a la parte jerárquica sino a todos y cada uno de nosotros, pues la Iglesia no son sólo los curas, monjas, frailes, obispos y el Papa. Iglesia somos todos y cada uno de los creyentes. Y sí, tal vez la responsabilidad sea de la parte jerárquica que engendró y continúa engendrando católicos/cristianos “ignorantes”, olvidando la exhortación de San Pedro “...estén siempre dispuestos a dar razón de la esperanza” (1Pedro 3,15). Pero esto es otro tema.
El desafío: ¿Este año nos animamos en algún momento a hacer un minuto de silencio, recogernos en familia, rezar y recordar al festejado?