El Tribunal absolvió “lisa y llanamente”, es decir, por inocentes, a los policías Claudio Burgos y César Figueroa, y “por el beneficio de la duda” a Fernando Cruz y Carlos Arias, quien estaba acusado por encubrimiento.
Burgos, Figueroa y Cruz estaban acusados por “homicidio calificado con abuso de su cargo y función” y pesaban sobre ellos pedidos de prisión perpetua por parte del fiscal Federico Obeid.
La sentencia, dictada a sala llena, despertó el llanto de uno y otro lado. El mayor impacto lo sufrieron los familiares de Mura Ortíz. Prorrumpieron en llantos y gritos, lo que provocó que la presidenta del Tribunal, Milagro López, ordenara el desalojo de la sala.
Algunos familiares fueron sacados en andas por la Policía, la que luego montó un cordón para sacarlos de la Ciudad Judicial, una escena dolorosa y quizás significativa sobre las impericias de la investigación de este crimen.
“Papá, papá”, clamaban las hijas del vecino asesinado, cuando se enfrentaba a un policía. Otras veces gritaron “asesinos”, entre insultos.
Los jueces López, Marcelo Rubio y Ada Zunino también ordenaron la inmediata libertad de los cuatro hombres. El fiscal había pedido el cambio de calificación para Arias, y había pedido que se lo condenara por homicidio calificado, pero el Tribunal lo absolvió, igual que a Cruz, por el beneficio de la duda.
Fallas investigativas
Aunque habrá que esperar para conocer los fundamentos, el fallo pone una lupa sobre la investigación del homicidio de Mura Ortíz.
Son muchos los damnificados: por un lado, el crimen sigue impune (con el agravante de que si Cruz y Arias tuvieron alguna participación ya no podrán ser juzgados). Por otro lado, dos personas inocentes, Burgos y Figueroa, estuvieron detenidas durante tres años.
El abogado Pedro García Castiella, codefensor de Burgos, describió ayer algunas irregularidades: la investigación se centró en los miembros de la Motorizada, olvidándose, “no sé si intencionalmente o no”, de que en la hora del crimen había en el lugar “tres grupos de efectivos distintos a la Motorizada, con escopetas, y nunca se los investigó”, recién 8 o 10 meses después se peritaron sus armas.
