Saldaño solicitó al Tribunal de Impugnación que revoque el procesamiento, dicte una falta de mérito y ordene la libertad de los hermanos, que además están encausados, en la Justicia Federal, como supuestos partícipes de una asociación ilícita dedicada al narcotráfico y al lavado de activos provenientes de esta actividad ilegal.
El defensor consideró “exigua” la fundamentación del juez Aramayo, lo acusó de actuar “como fiscal”, de “defenestrar las pruebas incorporadas por esta defensa”, como los testimonios de los bolivianos Waldo López Paiva y Tomás Castillo Peñaloza, quienes afirman que Luis Roa Aguirre, un detenido ya fallecido, dijo que el crimen de Ledesma había sido cometido por un tal Efraín Ichuta Vargas, en el marco de un ajuste de cuentas entre narcotraficantes.
Para la defensa, López Paiva, Castillo Peñaloza y el agente penitenciario de Bolivia Chambi Mendoza probaron que Roa Aguirre estaba en condiciones de dar este testimonio, que el juez desestimó porque lo brindó cuando se encontraba gravemente enfermo (de hecho luego falleció) y porque no coincide con las otras pruebas reunidas en el expediente por el asesinato de Ledesma, que ya cuenta con seis personas con condenas firmes (cuatro como autores materiales del homicidio y dos por encubrimiento).
Entre otras objeciones, Saldaño también cuestionó la conclusión a la que arribó al analizar el cruce de llamadas de los autores materiales con los hermanos Castedo, el día y hora en que se cometió el crimen, el 21 de septiembre de 2006 en Salvador Mazza.
También insistió en que Delfín se fue de Salvador Mazza porque el entonces diputado provincial José Ernesto Aparicio le dijo que la causa se hizo política y porque supo que habían pagado a sicarios rosarinos para que lo mataran.
Confusión
La defensa de los hermanos Delfín y Raúl Castedo intentó descalificar los testimonios de las periodistas Paula Poma, Marta César y Elena Corbalán, pero, al parecer, se confundió. En primer lugar, interpretó que sólo Marta César entrevistó en persona a Liliana Ledesma en 2006, poco antes que fuera asesinada tras denunciar el cierre de caminos vecinales con el fin de liberarlos para el narcotráfico.
Las tres periodistas afirmaron con claridad que entrevistaron en persona a Liliana y a las tres les dijo que temía ser asesinada. “Todas las periodistas no sabían que la occisa tenía antecedentes de narcotráfico”, aseguró también el abogado Santos Saldaño. Otra confusión, en todo caso.
Respecto de César también confundió al entender cuando afirmó que Liliana le dijo que “si le pasaba algo a cualquiera de los dos la responsabilidad era o iba a ser de José Aparicio y los hermanos Castedo”, ese “los dos”, se refería a ella (Liliana) y a Pilar Rojas. César dijo que Liliana hablaba de ella y su compañero en las entrevistas, Segio Rojas.