Valeria Zarsa, quien en diciembre del año pasado radicó la denuncia de manera formal en la Fiscalía 2 de la Unidad de Delitos contra la Integridad Sexual, a cargo de Luján Sodero Calvet, dijo a Nuevo Diario que recibió y recibe amenazas constantes. “Fue muy dura la decisión de radicar una denuncia formal, ya que recorrí Arzobispados, Nunciatura, sectores canónicos, y nadie me escuchó”, señaló Zarsa.
Dijo que es una agradecida del trato que recibió en la Justicia. Sostuvo con tristeza, que al salir de la orden se quedó sin nada, “perdí mi vocación y mi forma de sustento, pero no me alejé de Dios”, aseguró.
Los abusos comenzaron con chistes groseros y manoseos, un año después de haber ingresado, es decir en 1998.
En 2010 decidió comenzar a contar lo que le pasaba dentro de la congregación Discípulos de Jesús de San Juan Bautista, sin embargo, le justificaron el proceder de Rosa por estar presionado, tensionado, y despúes comenzaron a tildarla de loca. “Fue terrible para mi que quien admiraba (por Rosa) pasara a ser un malvado”.
La orden la recluyó en Santiago del Estero y fue allí que se determinó a escapar, ya que no la dejaban renunciar pero tampoco solucionaban su situación. “Sé que hay ex hermanos que están en mi misma situación, y algunos están dispuestos a contar lo ocurrido”, dijo.
Sostuvo que fueron manipulados sicológicamente, para tener miedo. “Hasta hoy creo que Rosa me puede estar espiando”, confesó.