EN SU QUINTO VIA CRUCIS

Francisco calificó de vergüenza la sangre inocente derramada

Después de presidir el rito del Vía Crucis en el Coliseo romano, el Papa Francisco calificó de "vergüenza" las "imágenes de devastación, destrucción y naufragio que se convirtieron en ordinarias" en el mundo.

El Santo Padre presidió ayer el Vía Crucis en el Coliseo romano.
El Santo Padre presidió ayer el Vía Crucis en el Coliseo romano.

"Cristo, nuestro único salvador, regresamos a ti también este año con la mirada baja de vergüenza y el corazón lleno de esperanza. Vergüenza por todas las imágenes de devastación, de destrucción y de naufragios convertidas en ordinarias en nuestra vida", dijo el pontífice en alusión, principalmente, a los miles de migrantes que cada año mueren en el Mar Mediterráneo buscando llegar a Europa.

Francisco, con tono serio, denunció asimismo "la sangre inocente que cotidianamente es derramada de mujeres, niños, inmigrantes y personas perseguidas por su color de piel, su pertenencia étnica o social y por su fe" en Cristo.

El Papa también tuvo palabras de crítica hacia la propia Iglesia y denunció "las veces que nosotros, obispos, sacerdotes, consagrados y consagradas, escandalizamos y olvidamos nuestro primer amor, nuestro primer entusiasmo y nuestra total disponibilidad, dejando oxidar nuestro corazón", reportó la agencia de noticias EFE.

También tildó de vergüenza "el silencio ante las injusticias", así como "las manos perezosas en el dar pero ávidas a la hora de arrebatar y conquistar".

Al final del sugestivo recorrido con el que se conmemora el calvario de Cristo hasta su crucifixión, el papa pronunció más de siete veces la palabra "vergüenza" para enumerar los pecados, omisiones, injusticias, escándalos y horrores que azotan al mundo y a la misma iglesia.

El papa reconoció también su "vergüenza por todas las veces que obispos, sacerdotes, consagrados y consagradas hemos herido tu cuerpo, la Iglesia", dijo en un alusión a los abusos cometidos por curas pedófilos.

En su oración, el pontífice pidió por "nuestros hermanos arrasados por la violencia, por la indiferencia y por la guerra" e instó a "romper las cadenas que nos tienen prisioneros en nuestro egoísmo, en nuestra ceguera involuntaria, y en la vanidad de nuestros cálculos mundanos".

El pontífice llegó a las 21H00 locales (19H00 GMT) al célebre monumento romano, en donde unas 20.000 personas, turistas y religiosos, entre ellos la alcaldesa de Roma, Virginia Raggi, lo esperaban, algunos con antorchas.

El recorrido nocturno alrededor del monumento romano se celebró este año en un clima particular, marcado por las fuertes medidas de seguridad adoptadas desde los atentados del domingo en Egipto contra dos iglesias de cristianos coptos y que costaron la vida a 45 personas.

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