“Ya está mermando la creciente, queda mucho barro nada más. No pueden salir vehículos, nada”, contó Rosana a que se comunicó con Nuevo Diario, subida a un árbol con su teléfono celular.
“La última ayuda fue el 18 de marzo” y “no han vuelto más”, afirmó. “Todos los años es así. Quizás mandan de allá (la provincia), pero ellos (la municipalidad) ya se lo guardan, como ven que ya baja el agua, uno sigue sufriendo, barreando, total ya ha bajado el agua, dicen”, lamentó.
Rosana dijo que murieron varios animales de su campito. Tiene chanchas que están muy flacas debido a la falta de alimentos y por eso mismo murieron de hambre varios lechoncitos. “Una chancha que tenía 9 chanchitos se le han muertos todos”, contó. “No se puede traer maíz, no hay cómo traer, no pueden entrar vehículos”, explicó.
Añadió que una vecina que tiene cabras tiene el mismo problema de falta de comida. “(A) las gallinas les doy un poquito (de maíz) para que no se me mueran”, describió. Los habitantes rurales de esa zona no cuentan con títulos de propiedad.
Rosana tiene 9 hijos, la menor de ellos de 10 años. Hace días la mujer había pedido que le llevaran ayuda, sobre todo zapatillas, pero hasta ahora no recibió nada de eso, sostuvo.
El paraje está a 70 kilómetros del pueblo de Rivadavia. La familia de Rosana tiene una motocicleta, con la que recorren un tramo del camino lleno de barro, y luego deben caminar más de 20 kilómetros hasta poder llegar al poblado. La poca mercadería que pueden transportar de esta manera es la que usan luego en el campito.
Rosana contó que gente que trabaja en la municipalidad de Rivadavia le dijo que ahí tienen lavandina y colchones, y otros elementos llegados para ayudar a los habitantes afectados por las crecidas de los ríos de la zona, pero que cuando fue a pedir colchones “no me quieren dar”, por lo que insistió en solicitar que se le acerque alguna ayuda.