Frente a esta situación, vecinos de los barrios Pinares y Los Crespones en el límite entre Capital y Cerrillos, se reunieron ayer para presentar esta inquietud ante la comisaría cerrillana. Para este grupo, la carpa “Carnaval del Diablo” representa “un verdadero peligro” por múltiples motivos.
Jimena Gómez, vecina de Los Pinares, dialogó con Nuevo Diario y señaló la permanente preocupación en la que se encuentran sumidos más de 250 vecinos de Pinares y Crespones, barrios emplazados en frente de esta carpa “que está prácticamente afuera de nuestras casas”, señaló la mujer.
Relató también que los permanentes conflictos se dan por el estado de ebriedad de quienes concurren a “Carnaval del Diablo”, y que desde su instalación, en los primeros días de enero de este año, han generado “grandes problemas de convivencia para los vecinos, fundamentalmente al horario de la salida”, enfatizó Gómez.
Entre los perjuicios de los que fueron víctimas señaló que: “Tenemos tres vecinos a los que le rompieron los parabrisas de sus automóviles, además de unidades de colectivos dañadas”. También señaló los múltiples episodios de tensión que deben protagonizar cada domingo, por los problemas que se generan en los viajes.
En cuanto al accionar de la Policía, la vecina manifestó que los efectivos no alcanzan, o “su trabajo es completamente obsoleto”, e indicó que en estas semanas “el solo hecho de circular, es un martirio para no-sotros”.
“Sentimos que quienes van a la carpa cada domingo se adueñan de ese sector y nosotros tenemos que circular con miedo”, lamentó, y contó cómo esta sensación fue la que unió a más de 250 personas de estos barrios y de otros cercanos como Las Tunas, Palmares y San Fernando, en un grupo a través de la red social de Whats App. Este fue el espacio virtual a partir del cual tomaron la decisión de visibilizar su reclamo.
Este reclamo no es nuevo, como tampoco los episodios de violencia generados: “No es el primer año en que se instala la carpa por esta zona, aunque el año pasado se encontraba camino a la ruta, y no nos generaba tantos inconvenientes”, informó la mujer que añadió que aguardan el compromiso y una solución por parte del ejecutivo municipal cerrillano, además de las fuerzas de seguridad.
De esta manera se reedita el capítulo de quejas por parte de vecinos en contra de la instalación de carpas bailables. Esta misma situación fue la que determinó que en el 2016, la Municipalidad de la ciudad de Salta prohibiera su instalación, en los albores de la intendencia de Gustavo Sáenz, con el lema de “no poner en riesgo la seguridad ni alterar la tranquilidad de las familias que viven en ese punto de la ciudad”.
Si bien los vecinos cerrillanos no hablaron de solicitar el cierre de estos bailes, aguardan que la zona recobre tranquilidad.