Según explicó el cacique de la Comunidad El Crespín, Cebino Simplicio, hace cuatro a;os que las comunidades reciben las aguas que bajan de la ciudad de Tartagal; que entran a las casas, suben por unos 5 centímetros y dejan en su paso todo tipo de animales, entre ellos algunos que pueden resultar peligrosos, como arañas y víboras.
Pero, además el agua que atraviesa barrios de Tartagal, también arrastra en ocasiones restos de baños tipo letrina rebalsados y los desperdicios que no fueron levantados, todo lo cual genera un riesgo para la salud de los habitantes de las comunidades El Crespín, El Porvenir, El Carpintero y El Caburé.
“De todo te trae (el agua) de la ciudad, puede ser algo podrido también, y viene bajando bajando y llega a vos. Este último (suceso) hemos sentido olor a cloaca”, contó Simplicio. El Crespín se encuentra a 4 kilómetros de Tartagal y El Caburé, en el kilómetro 5.
En esa última lluvia grande, que fue también la última inundación en estas comunidades, Simplicio (que es comunicador indígena) hizo un video mostrando a algunos habitantes originarios tratando de desviar el curso del agua que corre por la calle principal, la continuación de la Paraguay.
Viene de la ciudad y es “un baldío”
“Cuando llueve es como un baldío que viene de la ciudad bajando”, contó Simplicio ante una consulta de Nuevo Diario. Añadió que el agua “viene castigando no sólo a El Crespín”, sino que “otras comunidades también estaban inundadas por la fuerte lluvia y por la fuerte corredera de agua”.
Simplicio lamentó que esto se mantiene desde hace cuatro años ya, sin que les den una solución. Consideró que una alternativa sería la construcción de puentes en los accesos a cada Comunidad. Contó que para tratar de evitar que el agua pase a las casas la gente pone ladrillos, pero esto sólo demora la inundación, porque “detiene el agua y lo mismo sube y no sólo afecta a otras comunidades, sino que ya afecta a casi todas las otras comunidades que están más allá”.
“La lluvia no es lo peor”
A pesar de la molestia que produce el agua en las casas y el daño a los muebles, Simplicio sostuvo que eso no es lo peor. “La macana es que por ahí vienen diferentes bichos y quedan dentro de la casa y esperás que baje el agua y no ves qué bichos quedan, pueden ser arañas, víboras escondidos en un rincón, puede ser cualquier cosa, y te pueden picar y queda afectada la familia. Y peor si es en la época de las lluvias (porque) no puede entrar la ambulancia”.
En El Crespín y las otras comunidades hay agua corriente, pero por la descripción que hacen sus habitantes, parece no ser potable: “Por ahí viene marrón, por ahí viene todo sucio”, contó Simplicio, quien añadió que los chicos sufren diarreas si consumen el agua sin hervirla antes.
