SU OBRA RETROSPECTIVA CAMINO A LOS 50

Andrés Gauna, pinturas y presencialidad en tiempos de virtualidad

Para un pintor como Andrés Américo Gauna, luchador popular y periférico que con una muestra actual abierta camino a los 50 años de trabajo artístico, llegar alto no es pensar en exponer en el Louvre, en el Pompidou, ni siquiera en Bellas Artes. Su próxima aventura real es exponer en el asentamiento de Villa Juanita.

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"Quiero sufrir la muerte, como tiene que ser. Me quiero morir como he vivido, sufriendo la vida”, subraya el artista Andrés Gauna.
"Quiero sufrir la muerte, como tiene que ser. Me quiero morir como he vivido, sufriendo la vida”, subraya el artista Andrés Gauna.

Después del 29 de abril cuando cierra la actual muestra montada en la Asociación de Viajantes, este pintor menciona con expectativa y cierta emoción su próximo objetivo.

“Voy a llevar a Villa Juanita la muestra, así bien popular, para que se la vean en el Centro Cultural Alas, un lugar abierto hace poco, en pleno asentamiento”, subraya con genuino orgullo.

El artista plástico salteño que cimentó su vida artística sobre la dolorosa lucha americana, no es casual que se sienta muy lejos de la cúspide que buscan otros artistas.

Su espíritu luchador lo contiene, y a poco de superar un episodio de internación como paciente con EPOC, aun apuesta a lograr lo más sencillo. Elige sin dudar la presencialidad de montar y difundir artesanalmente una exposición.

Puede ser arte de 3 personasArtistas luchador popular y periférico

En esta charla franca con Nuevo Diario, el plástico salteño cuenta momentos de su vida poco conocidos, o quizás olvidados, que de alguna manera lo rememora en una muestra que contiene una serie de 45 cuadros de distintas épocas de su vida llamada "Camino a los 50 años por una América Periférica". Se la puede ver frontal y vigorosa en los salones de la Asociación de Viajantes de Córdoba 146, abierta hasta el 29 de abril.

Sobre la actual pandemia cuenta que la procesó en algunas pinturas sobre el Covid-19.  “Esta enfermedad genera un cambio donde sobresale nuevamente el individualismo, el encierro en un espacio. Conformó algo así como una sociedad de marginación que la representé en una última obra: 'Estamos todos prisioneros'. Precisamente está también contenida en esta muestra y es un cuadro con un espejo enrejado, que cuando uno lo mira, se mira y el reflejo es uno mismo prisionero."

“Por eso pensé esta exposición como presencial, porque tenemos que seguir mostrando. Se puede hacer también en una exposición de una forma virtual, pero ver la obra en vivo es otra cosa, ver la obra así personalmente es otra historia”.

“Está bien el adelanto, la tecnología y todo lo que uno quiera, pero la presencialidad es vital. Lo que digo es que a mí la virtualidad no me convence y tengo cincuenta ofertas de galerías que me ofrecen la virtualidad, pero a mí no me va. Además yo no tengo mi obra digitalizada tampoco porque no quiero eso, yo elijo, prefiero la realidad”.

“La pandemia es muerte, América latina convive con la muerte. Muchos de mis cuadros tienen esa alegoría. Uno de ellos está aquí llamado 'Angelitos negros': tiene el tema de la muerte presente. Nosotros tenemos muertes diarias. Nuestra América está teñida de sangre, de otra versión que no es la misma de hace 500 años, es otra historia”, apunta.

“Hay muchos factores que hicieron que lleguemos a esto. La droga, la falta de trabajo lleva a la gente a la delincuencia. Para mí la carrera por ciencia y la tecnología es lo que genera la eclosión”.

Gauna considera que están cumplidos sus objetivos propuestos artísticos exponiendo aquí y allá donde pudo. Económicamente está claro porque dice que  su temática no es muy vendible. La pintura en Salta está algo olvidada, hay poca atención de la parte cultural, generalmente sigue siendo elitista”.

Puede ser arte de 7 personas

Por fuera del sistema

“Mi pintura es muy social, de marcar nuestras realidades americanas. No he tenido logros económicos porque yo no pinto, ni flores ni caballos, algo que le gusta mucho a la gente. Pinto mi realidad, la realidad de un pueblo que vive así todos los días. No he transado con los galeristas ni con el sistema”.

“Por este lado puedo decir que en mi camino a los 50, hice lo que quise y como quise y no me arrepiento de este amor…(como dice la canción) porque estoy feliz con lo que hice. Sufrí un montón, sigo sufriendo, lo afronto y la peleo todos los días, vivo no sé cómo, pero vivo”, enfatiza.

Andrés Gauna es muy generoso. Se lo ha visto en muchas ocasiones en eventos atísticos musicales y populares regalar sus obras, donarlas para sorteo en clara actitudes solidarias.

“Mi intención es que mi trabajo esté en la casa del obrero, del campesino, del estudiante. Ellos son mi público. Sé que los quieren y no lo pueden comprar, entonces también me gusta regalarlas”.

Su pintura lo identifica su relación con la periferia siempre fue muy buena. Sus obras se destacan también en el ámbito popular de las comparsas, de la cultura tradicional, de los carnavales salteños. Suelen consultarle por su visión genuina sobre los rostros indígenas, los coloridos diseños de los gorros.

La vida de este pintor transcurre siempre así, por décadas trabajando como sello de la cultura popular de Salta. Curiosamente, con tantos años en este rubro aún no tiene mérito artístico.

Se lo negaron desde la época de la dictadura y cuenta la una historia: “Cuando se hizo el libro plástica salteña de dos tomos, para nada figuro ahí, no estoy en ninguna de esas páginas porque ahí negaron mi existencia y después también me secuestraron los cuadros”.

Un artista subversivo

Poco después de esa época negra le quedó el mote de ser un artista subversivo. “En el año 1992 me secuestraron los cuadros cuando estaba haciendo una exposición en adhesión al reclamo de tierra de los aborígenes. En aquella ocasión la luchadora Octorina Zamora efectuaba un reclamo en la Catedral”.

“Un 10 noviembre de ese año hubo un desalojo, detuvieron a los aborígenes y a todos los que estuvieron ahí. Seguro que si yo estaba también me detenían, pero si detuvieron o secuestraron mis cuadros”.

“Tengo un recuerdo muy triste de ese día. No estaba ahí solo porque tenía mi madre muy enferma. Ella se muere ese mismo día. Fue entonces cuando yo me entero en el velorio que me habían secuestrado los cuadros”, relata.

“Aquella vez la orden de secuestro de cuadros fue durante el Gobierno de Roberto Augusto Ulloa. En aquel momento la orden vino del Gobierno y la ejecutó el ministro de Gobierno de aquel entonces que era Alfredo Puig.

“Por ese episodio, los cuadros estuvieron un año presos en la seccional primera de policía. Incluso quemaron dos de mis obras, las destruyeron”, se lamenta.

“Todo vino porque en ese año, un diario que se llamaba Crónica del Noa, publicó lo siguiente: En la Catedral en el reclamo aborigen se dejaba ver entretelones subversivos de un artista plástico Andres Gauna que tiene una iconografía tétrica”, asi decía la nota”, describe.

“Ese pedacito de diario aun lo tengo. Estaba como adelantando que algo iba a pasar con mis obras. Recuerdo que en aquel momento estaba como Secretario de Cultura Mario Carrer, él estuvo presente en ese episodio diciendo que ellos no tuvieron nada que ver con esa exposición, o sea se lavó las manos”, cuenta.

“Como si fuera poco en aquel entonces, existía también la Asociación de Plásticos Salteños, que también por esa muestra se reunieron para expulsarme y lo hicieron. Desde ahí me tacharon, me condenaron, desde ahí que para ellos no existo”, aseveró.

Sin aceso al mérito artístico

El mérito artístico es un subsidio que tiene como requisito tener un primer premio de un Salón de Pintura de Salta. “Cuando comencé a trabajar presenté algunas obras para lograrlo pero una vuelta voy a ver si me había aceptado y evaluado uno de mis cuadros enviados. Vi que estaba embalado tal cual como lo dejé. Y me dijeron que no fue aceptado. De ahí que no mandé nunca más”, precisó.

“Me di cuenta que no tenía cabida, por esa razón no participé no tengo ningún primer premio aquí en Salta, pero si tengo otros premios fuera de la provincia, pero que no me sirve porque debo tener un premio salteño. Y bueno, ya está. Esta es la razón que no tengo aun otorgado el Mérito artístico”, remarca.

“Ahora la Secretaría de Cultura Sabrina Sansone me dijo que ella lo iba a gestionar para que me lo den, pero no sé, ojalá me lo pueda conseguir… quizás de tanto esperar cuando lo tenga pueda también lo rechace”, dice resignado.

Un secuestro doloroso

Ese episodio del secuestro de sus cuadros lo marcó mucho. En su muestra retrospectiva aún conserva dos de ellos. “Mi reacción a ese episodio fue seguir haciendo lo mismo, manteniendo mi postura. Decidí seguir peleando, no me enojé pero me fui a Buenos Aires”.

“Allá me abrieron las puertas, logré premios, también otras distinciones en mi recorrido por varias provincias. El único premio que tengo en Salta es del primer Abril Cultural del año 74 o 75, creo”.

La muerte lo llamó tres veces

En sus casi 50 años de camino, hizo más de dos mil trabajos entre pintura y dibujos. Por las muertes de amigos y enfermedades cada vez más frecuentes hace como un duelo interno y retorna de nuevo al trabajo.

“Cuando me muera me gustaría que me recuerden como un trabajador de la cultura, como un obrero del arte, un empleado de mí mismo.  Ahora no puedo caminar mucho, no puedo salir, pero estoy creando. Yo tengo más de un año encerrado por el problema del EPOC, de mis pulmones. Me tienen que llevar y traer”.

A la vez confiesa: “Pero no tengo miedo a la muerte yo ya me corté tres veces, tuve tres paros, ya viajé tres veces. Me morí y volví a vivir”, afirma sobre ese pasaje al otro mundo que pocos o nadie conoce.

“La primera vez que caí fue cuando estaba con una exposición en el Museo de Bellas Artes. Estuve en coma, Yo me sentía abajo, cuando iba ascendiendo veía luces de colores, un castillo dorado y un cielo azul, en ese camino a mi izquierda estaban todas las mujeres de mi familia muertas, vestidas de blanco y paradas, nadie me hablaba y del lado derecho todos los hombres también”.

“De pronto cuando yo en ese ascenso como flotaba y ya no estaba el castillo, estaba dentro. Cuando me detengo había un pozo oscuro con peldaños y tenía que ir por ahí, miraba como subían todas las mujeres y yo bajaba. Ahí volví a la vida”.

“La segunda vez que me corté, estaba hospitalizado en el San Bernardo, era como entraba a mi casa en barrio San Francisco y ahí volvía a la vida”.

Y la última fue un 6 de junio a la mañana. Yo miraba todo mi cuerpo de arriba y me decía como no está mi amiga para que me saque fotos. Fue cuando me caí y estallé en pedazos, como una botella que cae al piso y se revienta, así cuando volví a la vida, vi que los médicos me rodeaban, me estaban reviviendo, y yo les dije los voy a denunciar por mala praxis, me están pegando”, relató.

Morir como he vivido 

Si algo sabe Gauna es que no elegiría una muerte que sea rápida. “Si me tengo que morir, no quiero morirme durmiendo. Yo quiero saber morirme sabiendo que me muero. Como me pasa a veces con mi EPOC, cuando me falta el aire y me estoy ahogando”.

“Quiero saber que me estoy muriendo porque me faltó el aire. Quiero sufrir la muerte, como tiene que ser. Me quiero morir como he vivido, sufriendo la vida”, confirma.

Por ahora, Américo Gauna vivo sigue pensando en el futuro. “Todavía antes de morirme tengo pensado hacer una verdadera muestra retrospectiva itinerante, con un libro que nunca tuve. Que en ese libro estén todas mis historias con fotos, y pueda decir tengo un libro, y ya está, cumplimos, creo que aguanto hasta ahí. Después diré ahora me puedo morir”, finaliza sonriendo.

Puede ser arte de 2 personas y personas de pie

Gauna junto a uno de sus cuadro “Angelitos negros”, donde el tema de la muerte está presente.

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