Con 4.588 contagios en las últimas 24 horas, la cantidad de casos trepó a 101.147 mientras la de fallecidos, con 275 en el último día, creció a 7.025, reportó esta tarde el Ministerio de Salud.
Asimismo, el organismo indicó que hay otras 1.364 muertes bajo investigación, sospechosas de haber sido causadas también por coronavirus, y que 42.991 personas (2.054 más que ayer) ya se recuperaron tras contraer la enfermedad.
Varios estudios científicos divulgados en los últimas días advirtieron que la cantidad real de contagios de COVID-19 en Brasil podría superar el millón y situarse incluso por encima de la de Estados Unidos, por lejos el país con más casos confirmados oficialmente, con 1,16 millones.
Ello se debe a la escasa cantidad de pruebas realizadas entre los 210 millones de habitantes y a un deficiente proceso de notificación de los casos, según la agencia de noticias EFE.
Asimismo, las autoridades sanitarias ya advirtieron que el pico de la curva de contagios aún no se produjo y ocurrirá en las próximas semanas, lo que alimentó el temor al colapso del sistema de salud en algunos estados.
De hecho, el ministro de Salud, Nelson Teich, afirmó días atrás que Brasil puede llegar a registrar un millar de muertos diarios por coronavirus y se manifestó contrario a flexibilizar las medidas de aislamiento.
Bolsonaro otra vez contra la cuarentena
El presidente, sin embargo, volvió a participar este domingo de una manifestación de simpatizantes frente al palacio presidencial de Planalto, en Brasilia, tal como hizo en numerosas ocasiones en las últimas semanas.
Acompañado esta vez por su hija Laura, de nueve años, el mandatario se acercó a los manifestantes, alzó a un niño y ayudó a sus seguidores a extender una enorme bandera brasleña, sin respetar la distancia entre personas y por momentos sin el tapaboca puesto.
"La destrucción de los empleos por parte de algunos gobernadores es irresponsable e inadmisible. Vamos a pagarlo caro en el futuro", sostuvo el jefe de Estado.
Los manifestantes exhibieron carteles contra Rodrigo Maia, el presidente de la Cámara de Diputados, y Sergio Moro, el exministro de Justicia, que dimitió la semana pasada con acusaciones de injerencia contra Bolsonaro.
El jefe del Ejecutivo brasileño, parece estar en el medio de una tormenta no solo por cuenta de la gestión que su gobierno le ha dado a la pandemia del coronavirus, sino también porque ahora enfrenta una investigación por parte del Supremo Tribunal Federal de Brasil (STF), tras ser acusado por su exministro de Justicia, Moro, de querer interferir en investigaciones policiales.
La crisis estalló cuando el mandatario removió de su cargo al director general de la Policía Federal (PF), Maurício Leite Valeixo, una decisión que desencadenó la renuncia de Moro –reconocido por liderar la operación Lava Jato y por haber llevado a prisión a multitud de empresarios y políticos, entre ellos al expresidente Luiz Inácio Lula da Silva–.
Tras las denuncias del exjuez, Bolsonaro se enfrenta a un posible juicio político y a una eventual destitución, pues un juez del Supremo Tribunal Federal de Brasil ordenó abrir esta semana una investigación al presidente por coacción, prevaricato y obstrucción a la justicia, entre otros.