Víctimas de una persecución ideológica, la Universidad de Madres en la mira
La realidad en Argentina parece haberse fusionado con la ficción en los últimos tiempos, ficción o surrealismo a manos de un liberalismo libertario (si cabe la expresión) que transcurre los días entre las redes y los relatos de “Los magos del Kremlin”.
La educación universitaria pública no escapa a esto, y parece hacerse carne en la trama de la cercana película “Puan”, que expone la precariedad y la persecución que enfrentan las universidades, y resuena dolorosamente con la situación actual que vive la Universidad Nacional de las Madres de Plaza de Mayo.
En diálogo con Nuevo Diario, Ayelén Colosino, docente de la Universidad, describió un escenario inquietantemente real: un ataque político sistemático contra la institución sumado a la falta de ejecución presupuestaria que afecta gravemente tanto a docentes, no docentes como a estudiantes, y que tuvo como corolario la escalada de violencia e intervención policial en la sede educativa en la ciudad Autónoma de Buenos Aires, viviéndose momentos de verdadera tensión y preocupación.
Desde enero, la Universidad Nacional de las Madres no ha recibido la ejecución de su presupuesto asignado, lo que ha llevado a una precariedad sin precedentes. Docentes y trabajadores no docentes llevan más de nueve meses sin percibir salarios, y los gastos operativos básicos se han reducido al mínimo. Afirma Colosino: “sostenemos la universidad prácticamente con donaciones y aportes de los propios docentes y personal, quienes trabajamos desde la convicción”. Esta situación, según la docente, no es aislada ni accidental. “Estamos siendo víctimas de una persecución ideológica “, denunció, y subrayó que la intervención administrativa impuesta por el Gobierno Nacional tiene el claro objetivo de desmantelar la Universidad, convirtiéndose en la antesala de lo que podría replicarse en otras universidades. “El rol de la intervención es claro: cerrar la universidad”. La institución, que tiene más de dos décadas de historia y fue formalmente reconocida como Universidad Nacional en 2022, enfrenta un momento crítico. “Cada vez es más difícil mantener la convicción cuando no tenemos seguridad ni recursos”, expresó.
Una escalada de violencia
Lo del lunes surgió a partir de la determinación de Eduardo Maurizzio, designado interventor de la UNMA, de no reconocer la autonomía de la institución. Colosino relató que el interventor, en lugar de gestionar los conflictos de manera interna, optó por enviar un correo electrónico solicitando la presencia de la fuerza pública. Esto marcó un hito preocupante ya que nunca antes se había recurrido a una medida de este tipo. “Es algo absolutamente insólito e inadmisible”, enfatizó la docente, que agregó: “La universidad es un espacio de libertad y pensamiento crítico, no un lugar donde las diferencias ideológicas se resuelvan con la intervención de la policía. Esto es una clara muestra del abuso de poder y del intento de amedrentar a docentes y estudiantes”, enfatizó.
El ataque a la autonomía universitaria
Lo que ocurre en la Universidad de las Madres de Plaza de Mayo no es un hecho aislado. En los últimos meses, las universidades públicas en Argentina han enfrentado todo tipo de amenazas a su autonomía, ya sea a través de recortes presupuestarios, intervenciones políticas o presiones administrativas. En este contexto, Colosino advirtió que la falta de ejecución presupuestaria y la violencia vivida en la Universidad de las Madres es solo la punta del iceberg. “Esto es un modelo que, de ser exitoso, puede replicarse en otras universidades. La precarización y la persecución son herramientas de control. Si nos cierran a nosotros, otras universidades corren el riesgo de enfrentar el mismo destino”, alertó.
Colosino asegura que la Universidad sigue funcionando, aunque con limitaciones extremas. “Nosotros seguimos, aunque la precariedad nos golpea cada día más fuerte”, señaló. Sin embargo, la pregunta sobre cuánto tiempo más podrá resistir esta situación sigue sin respuesta.