Un hombre fue condenado por acosar y someter a tocamientos a una menor
En un juicio abreviado llevado a cabo en la Sala I, un sujeto de 54 años fue condenado a un año y seis meses de prisión condicional por resultar autor penalmente responsable del delito de abuso sexual simple.
El juez Martín Fernando Pérez le impuso al condenado Walter Mario Ocampo las siguientes reglas por el lapso de dos años: fijar residencia, someterse al cuidado del Programa de inserción social y supervisión de presos y liberados; comunicar cualquier cambio de domicilio; prohibición de acercamiento a la damnificada, tanto en el domicilio donde reside como a las instituciones educativas, laborales, de esparcimiento o lugares de concurrencia habitual de la misma, prohibición de mantener cualquier tipo de contacto y por cualquier medio con la víctima (oral, escrito, telefónico, mensajes de texto, facebook y/o similar); abstenerse de usar estupefacientes y de abusar de bebidas alcohólicas; someterse a tratamiento psicológico y presentar cada tres meses las constancias que acrediten su cumplimiento. Todo ello con estricto apercibimiento de revocarse la condicionalidad de la pena dictada.
El juez ordenó que se le practique examen médico y extracción de material genético al condenado para su inscripción en el banco de datos correspondiente.
La denuncia contra el imputado fue presentada en agosto del año pasado por la madre de la menor damnificada. La mujer refirió que una mañana su hija de 14 años subió a un colectivo del corredor 7E del Círculo en la primera parada de barrio Finca Valdivia, para dirigirse al colegio. Permaneció de pie porque la unidad estaba llena de pasajeros. En la parada siguiente subió el acusado y se quedó detrás de la adolescente. Entonces comenzó a tocarle las piernas y los glúteos. La damnificada quedó paralizada. En circuito cerrado de televisión la menor manifestó que no se animó a decir nada porque sintió miedo y vergüenza. Bajó en avenida San Martín y Buenos Aires y el sujeto descendió detrás de ella. Pero logró perderlo de vista, llegó al colegio y contó lo sucedido.
Días después, la adolescente se encontraba con una tía en una librería de barrio San Benito y vieron entrar al acusado. La joven lo reconoció y le avisó a su tía. Lo esperaron afuera, lo siguieron para ver donde vivía y llamaron a la policía.