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El proceso del cónclave comenzará el 7 de mayo con 133 cardenales

La Capilla Sixtina acogerá a 133 cardenales electores desde el 7 de mayo para designar al nuevo líder de la Iglesia Católica tras el fallecimiento del Papa Francisco.

Tras el fallecimiento del Papa Francisco, el Vaticano se encuentra en plena organización del cónclave que determinará al próximo pontífice.

El proceso comenzará el miércoles 7 de mayo en la Capilla Sixtina, con la participación de 133 cardenales electores provenientes de 71 países, en el cónclave más diverso hasta la fecha.

El cónclave se rige por un protocolo estricto establecido en la constitución apostólica Universi Dominici Gregis. A partir de las 16:30 horas del 7 de mayo, los cardenales quedarán completamente aislados del mundo exterior para garantizar la confidencialidad del proceso.

El primer día se realizará una única votación, mientras que en los días siguientes se llevarán a cabo hasta cuatro votaciones diarias. Para elegir al nuevo papa, se requiere una mayoría de dos tercios, es decir, 89 votos.

Las señales de humo que emanan de la chimenea de la Capilla Sixtina indican el resultado de las votaciones: humo negro si no hay acuerdo, y humo blanco cuando se ha elegido al nuevo pontífice.

En caso de no alcanzar un consenso tras 33 votaciones, se limita la elección a los dos candidatos más votados, manteniendo la necesidad de una mayoría de dos tercios.

Desafíos y expectativas

La elección del nuevo papa se produce en un contexto de divisiones dentro del Colegio Cardenalicio, con sectores que defienden las reformas impulsadas por Francisco y otros que abogan por una orientación más conservadora. Entre los posibles candidatos se mencionan a Pietro Parolin, Luis Antonio Tagle y Matteo Zuppi, aunque no hay un favorito claro.

La comunidad católica mundial espera con atención el desenlace de este cónclave, que definirá el rumbo de la Iglesia en los próximos años. Una vez elegido, el nuevo papa deberá aceptar el cargo, elegir su nombre y aparecer en el balcón de la Basílica de San Pedro para impartir su primera bendición Urbi et Orbi.

Fuente: La Nación

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