Orgullo LGBTQ+: lucha, memoria y resistencia en tiempos de graves retrocesos en el país

Este sábado, la Plaza 9 de Julio volvió a llenarse de colores, música y consignas. Desde allí partió la Marcha del Orgullo LGBTIQ+ 2025 en Salta, bajo el lema “¡Orgullo es lucha, visibilidad y memoria!”. Colectivos LGBTQ+, organizaciones feministas, agrupaciones de derechos humanos y familias autoconvocadas se unieron en un recorrido que atravesó el centro de la ciudad para reafirmar que marchar es resistir y existir.
“No se trata solo de celebrar, sino de exigir políticas públicas reales, acceso a la salud integral, trabajo digno, y el respeto a nuestras identidades”, fue una de las frases más repetidas durante la jornada, en un contexto nacional atravesado por el negacionismo, los recortes y la eliminación de políticas de inclusión a manos del gobierno de Javier Milei.
Una jornada de memoria y denuncia
La actividad incluyó música en vivo, intervenciones artísticas, lecturas y la tradicional bandera multicolor desplegándose por las calles céntricas. Como cada año, la marcha fue también un espacio para recordar a las víctimas de crímenes de odio y renovar el compromiso contra toda forma de discriminación. “No es solo orgullo, es memoria”, recordaron en un discurso, en alusión al origen histórico del Día Internacional del Orgullo, que conmemora la rebelión de Stonewall en 1969, cuando un grupo de personas LGBT se resistió a los abusos policiales en Nueva York, dando nacimiento al movimiento moderno por los derechos de las diversidades.
Frente a la crueldad, resistencia y solidaridad
Pía Ceballos, referente travesti trans, dialogó con Nuevo Diario y reflexionó sobre el sentido profundo de esta marcha en tiempos de retroceso de derechos: “Hoy volvemos a marchar. Marchamos para recordar la lucha histórica de la comunidad LGBTIQ+ por más igualdad y justicia, para visibilizar nuestras existencias y reivindicar nuestros derechos conquistados. Estamos viviendo un contexto de cierre de instituciones que hacían a la agenda de mujeres y diversidades. Es tiempo de unirnos en las calles, de unirnos en el deseo de vivir en paz y que se respeten nuestros derechos, que nuestras infancias y adolescencias LGBTIQ+ crezcan sin miedo”. El lema de este año, “Frente a la crueldad, resistencia y solidaridad”, no es casual. Ceballos señaló que “esa crueldad no es un relato, es la crueldad de este gobierno, que tiene consecuencias en nuestras vidas”.
Recordó especialmente el transfemicidio de Rosario Sansone, pionera de las marchas del Orgullo en Salta, asesinada en 2024, y por quien aún piden justicia.
“Salimos a la calle en resistencia a la crueldad y violencia que vivimos, pero también en solidaridad con quienes menos tienen, con los más humildes de nuestro pueblo, con jubilados, con trabajadores, con la universidad. Solidaridad con todas nuestras luchas”.
La libertad de ser, no la de Milei, no la del mercado
Ana Pérez, de la organización Crianzas Diversas, también reflexionó con este medio sobre el significado del orgullo y la libertad en estos tiempos: “Tenemos que manifestar el orgullo de ser quienes queremos ser. Acompañamos a infancias y adolescencias trans y no binarias, y nos enorgullece que también estén las familias acá. Me preguntaba qué significa hoy la palabra libertad. Tenemos la mejor ley de identidad de género del mundo, que dice que la identidad es un sentimiento íntimo. No es la libertad de Milei, no es la libertad de libre mercado. Es la libertad de ser con otros, porque yo me construyo con otros”. Para Pérez, aunque políticamente y discursivamente crecieron los grupos antiderechos, la sociedad cambió: “Ya estamos cambiando como sociedad, y eso va a ser muy difícil de revertir”.
Memoria de lucha en clave feminista e indígena
Irene Cari, activista de feminismos y diversidades indígenas, sumó su perspectiva: “Quizás los años pasaron y las energías no son las mismas, pero el espíritu de salir a las calles sigue para visibilizar que, a pesar de los costos, gozamos alegrías y felicidades como sociedad salteña. Nuestra resistencia y estrategias siguen vivas frente a una sociedad tan pacata y conservadora. Este 28 de junio es también de enorme preocupación y riesgo para las normativas que nos reconocieron como sujetas de derechos”. Cari recordó a militantes históricas como Lohana Berkins y Mary Robles, principales referentas del activismo travesti trans en Salta y llamó a sostener la marcha por “el mismo amor, los mismos derechos”, pensando en sus hijas, hijos y nietos.
Las políticas del odio que crecen
Las organizaciones alertaron sobre el aumento de los crímenes de odio en Argentina. Según el Observatorio Nacional de Crímenes de Odio LGBT+, en 2024 los asesinatos crecieron un 14% respecto al año anterior. Por primera vez en nueve años, los ataques físicos superaron a la violencia estructural como modalidad principal. Además, si bien las mujeres trans siguen siendo el grupo más afectado (87%), la violencia se expandió hacia lesbianas (5%), varones trans (4%) y varones gays cis (4%). Detrás de esta ola de violencia, señalaron, está el fomento de discursos de odio desde sectores de poder. El gobierno libertario eliminó el INADI, desmanteló políticas de inclusión y como corolario de su negacionismo, en Davos en enero de este año, el presidente Javier Milei calificó a quienes promueven la diversidad sexual como “pedófilas”. Dos días después, un hombre prendió fuego la casa de una pareja lesbiana en Cañuelas. Sin olvidar que, en mayo del año pasado, ocurrió un cruel ataque de lesboodio en Buenos Aires que se cobró la vida de tres mujeres lesbianas cuando un hombre arrojó un cóctel molotov en su habitación.
Una deuda que persiste
Aunque Argentina cuenta con leyes de avanzada como el matrimonio igualitario, la ley de identidad de género y el cupo laboral travesti trans, entre las principales, además de las políticas de protección en derechos relacionados a la salud, el camino hacia la igualdad real se presenta más cuesta arriba que nunca, y trae consigo, el peor de los retrocesos, vinculado a prejuicios y estigmas de todo tenor.
La Marcha del Orgullo en Salta fue, una vez más, recordatorio de que la lucha sigue siendo urgente: porque marchar es existir, y existir sigue siendo un acto de valentía.
En tiempos de negacionismo y de odio ex profeso a la diferencia resulta fácil pensar en aquello que produce orgullo: el de ser colectivo y no mirar el propio ombligo, el orgullo de levantar banderas de amor, el orgullo por las luchas, el orgullo por quienes empezaron el camino, Lohana Berkins, Diana Sacayan, y tantas que pusieron el cuerpo decididas a no volver nunca más al clóset. La certeza de que no sea la sonoridad del odio la que gane, sino el abrazo, las miradas, las sonrisas, las redes de contención y el orgullo como lenguaje, armadura y nueva piel frente a tanta oscuridad.