
El último encuentro cara a cara entre Juan Manuel Urtubey y Cristina Fernández de Kirchner había ocurrido cuando ella ocupaba la presidencia de la Nación y él la gobernación de Salta.
Ambos integraban la coalición justicialista que lideraba el país, aunque con perfiles y miradas distintas sobre el rumbo del movimiento.
Durante los últimos diez años, mientras Juan Manuel Urtubey intentó construir un proyecto político desde el centro, Cristina Fernández de Kirchner se consolidó como figura preponderante de la oposición al macrismo primero y al actual oficialismo libertario después. Fue, además, vicepresidenta de Alberto Fernández durante cuatro años, período que concluyó con diferencias internas notorias.
En las últimas semanas, Urtubey decidió dar un paso al frente y regresar al peronismo nacional, aún sabiendo que el kirchnerismo conserva fuerte influencia en su estructura. A su entender, el desafío es dar la discusión interna desde una posición distinta, con representación territorial y vocación federal, para disputar ideas en el marco de un justicialismo mayoritario. De esta manera se constituyó en el representante del kirchnerismo en Salta.
Reencuentro en Monserrat
Ayer, el exgobernador salteño visitó a Cristina Kirchner en su departamento de la calle San José 1111, donde cumple prisión domiciliaria tras su condena en la causa Vialidad. Cabe recordar que Urtubey, incluso desde posturas críticas hacia el kirchnerismo, expresó en su momento reparos frente al fallo judicial que derivó en la inhabilitación perpetua de la expresidenta para ejercer cargos públicos.
El encuentro se dio en el marco de la reorganización del peronismo en Salta de cara a las elecciones. Cristina, como presidenta del PJ Nacional, intervino el partido provincial luego de que varios de sus representantes acompañaran iniciativas del gobierno de Javier Milei. A partir de entonces, Sergio Berni y María Luz “Luchy” Alonso asumieron la conducción como interventores designados.
Un acuerdo con tensiones
Ambos dirigentes —Cristina y Urtubey— terminaron confluyendo en un entendimiento que busca posicionar al kirchnerismo salteño en un escenario electoral sumamente competitivo. El acuerdo, sin embargo, dejó secuelas: la decisión de impulsar al exgobernador como candidato al Senado nacional generó el retiro de otro sector que esperaba ocupar ese lugar y que terminó presentando una lista propia.
Más allá de las tensiones, el objetivo compartido parece ser reconstruir un espacio capaz de disputar representación frente a la avanzada libertaria, y frente al oficialismo local que responde a la gestión de Gustavo Sáenz, que hoy lidera las encuestas.