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Cafayate: asesinó a su pareja frente a su hijo y luego intentó quitarse la vida

Una mujer de 36 años fue asesinada este lunes en El Divisadero, Cafayate, por su pareja, quien tras el ataque intentó quitarse la vida y permanece internado en grave estado.

El crimen dejó a tres hijos sin madre y provocó una fuerte reacción social en el Valle Calchaquí, donde organizaciones feministas convocaron a una marcha de antorchas para exigir justicia. El lunes por la tarde, cerca de las 17.30, un llamado de emergencia alertó a la Policía sobre un hecho intrafamiliar en una vivienda precaria en el paraje El Divisadero, a pocos kilómetros de Cafayate.

Al llegar al lugar, efectivos constataron que una mujer de 36 años había muerto de un disparo. Fuera de la vivienda se encontraba su pareja, Omar Chachagua, tendido en el suelo con una herida de arma de fuego autoinfligida. El hombre fue trasladado de urgencia al hospital Nuestra Señora del Rosario, donde fue intervenido quirúrgicamente, aunque su estado sigue siendo crítico.

Dentro de la casa estaba el hijo adolescente de la pareja, de 15 años, quien habría presenciado la discusión previa al ataque. Según allegados, la familia tenía tres hijos en total. El cuerpo de la mujer fue trasladado al Servicio de Tanatología Forense del CIF en Salta para la realización de la autopsia. La fiscal penal de la Unidad de Femicidios, María Luján Sodero Calvet, tomó intervención y dispuso todas las medidas de rigor, incluyendo el arribo del equipo de Homicidios de Salta para continuar la investigación.

Marcha de antorchas en Cafayate

El femicidio provocó una inmediata reacción social. Este martes, la Asamblea Antipatriarcal del Valle Calchaquí convocó a una marcha de antorchas para exigir justicia y denunciar la situación de desprotección que enfrentan las mujeres en la región. Una de las referentas explicó a Nuevo Diario que la movilización surgió a pedido de las vecinas: “Hoy nos encontramos en una situación crítica: en menos de un año ya tuvimos dos femicidios en Cafayate, y si no nos hermanamos y no nos agrupamos, estas cosas van a seguir pasando”.

La vocera subrayó la importancia de tejer redes de contención y de acompañamiento en un contexto donde el aparato estatal no responde: “Queremos extendernos como brazos solidarios, poder abrazarnos, tener números a los que llamar y lugares seguros donde acudir. Porque acá en el norte nos dicen que somos nuestras peores enemigas, que competimos entre nosotras, que nos engañamos. Y eso nos va desuniendo, nos hace más vulnerables. Estos espacios son para todo lo contrario: para reconocernos, saber en quién confiar y tener la certeza de que no estamos solas”.

También apuntó directamente a las falencias del sistema judicial y policial de Salta: “Hay cientos de denuncias por violencia de género todos los días que no son tomadas en serio. La fiscal no tiene perspectiva de género, la jueza tampoco, y la policía directamente nos revictimiza. Nos preguntan ‘¿por qué estabas ahí?’, ‘¿por qué no dijiste que no?’, ‘¿por qué no te fuiste?’. He escuchado a policías decir que a las mujeres nos gusta que nos golpeen, porque denunciamos, el agresor se va, y cuando vuelve lo dejamos entrar. Pero la realidad es que ¿a dónde nos vamos a ir? Una mujer con hijos, sin recursos, amenazada por su pareja, no tiene salida si el Estado no la respalda”.

La referenta contó inclusive su propia experiencia como víctima de violencia: “Yo denuncié a mi agresor y, pese a tener una perimetral, cuando él vino a mi casa a romper puertas y ventanas, el policía que vino le dijo que se vaya, que si seguía iba a tener problemas. Eso demuestra que las medidas son una burla. No nos protegen, nos dejan solas”.

En su testimonio también denunció prácticas de connivencia judicial que dejan a las mujeres en una situación de mayor vulnerabilidad: “Hace poco entrevisté a una mujer a la que le quitaron los hijos, aunque el padre había sido violento y estaba en tratamiento psicológico. Pero como tenía más dinero, la justicia le dio la razón a él. También hay miles de casos donde no se paga la cuota alimentaria porque desde el juzgado de Cafayate se frena. El área de Mujer, Género y Diversidad trabaja con apenas tres personas y sin fondos. Así no hay forma de responder”, denunció.

Totalmente desprotegidas

La Asamblea remarcó que el femicidio del lunes no fue un hecho aislado, sino el desenlace de un entramado de violencias que se arrastran: psicológicas, económicas, físicas y patriarcales. “No es que de un día para el otro una pareja mata a la mujer. Es algo que se viene arrastrando desde hace rato. Es violencia psicológica, económica, física, que termina en el femicidio. Por eso marchamos, para visibilizarlo, para pedir justicia por ella y por sus hijos, y para decir que no nos vamos a dejar correr ni retroceder”.

“Queremos que sepan que estamos, que nos hermanamos y que nos movemos cuando es necesario. Nadie nos va a quitar la carátula de femicidio del Código Penal, y nadie nos va a volver para atrás en la lucha contra la violencia machista. En el norte, donde todo esto está más arraigado, es donde más fuerte tenemos que estar”, cerró con expectativas de una importante convocatoria pidiendo justicia.

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