La política como espectáculo y la paradoja del momento actual de la Argentina

La escena de Sáenz con Saravia, guitarra en mano frente a la Rosada, no tardó en viralizarse. Algunos medios porteños se lo tomaron con humor. Pero detrás de la postal pintoresca hay un trasfondo político profundo: el norte argentino volvió a poner en evidencia la desigualdad estructural en la distribución de la inversión pública.
En diálogo con los periodistas presentes, del gobernador Gustavo Sáenz aclaró que no buscaba confrontar con Milei ni con el kirchnerismo. “No quiero que me reciba nadie ni me voy a encadenar. Soy un hombre de diálogo y de puentes. Tengo autoridad moral para reclamar porque ayudé a que haya equilibrio fiscal, pero no me gusta que me mientan. No me mienten a mí, le mienten a los salteños” aseverando que la serie de desentendimientos con el Gobierno Nacional es sistemática, definiendo a los equipos ministeriales como “gerentes de la pobreza”.
Mientras tanto, a menos de diez kilómetros, Javier Milei probaba sonido para su recital libertario. Las redes sociales se llenaban de videos del Presidente tocando rock en el Movistar Arena, mientras en la Plaza de Mayo un gobernador del norte pedía por rutas y cloacas.
El contraste fue tan evidente que varios analistas lo leyeron como una metáfora de la Argentina actual: el poder convertido en show, mientras la gestión queda en pausa. “Yo no quiero comer milanesas con Milei ni discutir con Espert. Quiero que se hagan las obras”, ironizó Sáenz, en alusión a los encuentros del Presidente con Mauricio Macri. “Ya me cansé de hablar. Algunos son los gerentes de la torpeza política”, remató, con un tono que osciló entre el enojo y el desencanto.
La escena de este lunes quedó flotando. Para algunos, fue una puesta en escena calculada; para otros, un gesto de dignidad política frente a un poder central ensimismado. Pero más allá de las lecturas, el mensaje fue claro: el norte está cansado de esperar. Y Sáenz, con guitarra y reclamo, puso en palabras —y melodías— una verdad que atraviesa a todos los gobiernos: sin federalismo real, no hay país posible