Por falta de pago de Nación, Salta seguirá esperando el gas de Vaca Muerta
El ambicioso plan para revertir el flujo del Gasoducto Norte —clave para llevar el gas de Vaca Muerta hacia el Noroeste argentino— se encuentra virtualmente paralizado.
La contratista Esuco S.A., adjudicataria de las obras en las plantas compresoras de Lumbreras (Salta), Lavalle (Santiago del Estero), Deán Funes y Ferreyra (Córdoba), anunció que no continuará los trabajos por falta de pago de ENARSA, dejando en suspenso un proyecto que el propio Gobierno nacional había presentado como emblema de la nueva “eficiencia estatal”.
La advertencia de la contratista y el freno de la obra
Según información que publica La Política On Line, la empresa Esuco, propiedad de la familia Wagner, envió a ENARSA un comunicado contundente: “Sin plata, no seguimos”. En la carta, la firma argumenta que promediando octubre aún no contaban con los fondos necesarios para solventar las obras, lo que tornaba “insostenible desde todo punto de vista” continuar.
La falta de pagos, según la compañía, rompió la ecuación económico-financiera del contrato, cuya finalización estaba prevista para junio de 2025. Hoy, el panorama es desolador: la obra más avanzada apenas alcanza el 75% de ejecución, mientras que otra estación compresora se encuentra en un 27%. Desde el entorno técnico de ENARSA, un especialista advirtió a LPO: “Las fantasías de Estado minimalista y obra simbólica se chocan con lo mundano: facturas impagas, tasas altísimas y proyectos que no arrancan”.
Impacto económico y energético
El retraso no es menor: impide trasladar 4 millones de metros cúbicos diarios de gas desde Vaca Muerta hacia el norte argentino, un volumen que podría representar unos 180 millones de dólares anuales en ahorro y exportaciones. Además, posterga la promesa de reducir en USD 3.000 millones anuales las importaciones de gas desde Bolivia y de otros mercados.
La obra incluía un tendido de 122 kilómetros entre Tío Pujio y La Carlota (Córdoba), dos “loops” en la misma provincia y la reversión de flujo en cuatro plantas compresoras, entre ellas la de Lumbreras, fundamental para el abastecimiento del NOA. El Banco de Desarrollo de América Latina (CAF) había comprometido USD 540 millones del total de USD 710 millones presupuestados, con el resto proveniente de aportes nacionales. Pero los desembolsos se interrumpieron con la llegada del nuevo gobierno, y el ajuste fiscal posterior profundizó el parate.
Otra vez Salta en el limbo
Para Salta, el freno a la reversión del Gasoducto Norte implica volver a depender de fuentes externas y acuerdos de emergencia. En abril, el Gobierno nacional debió sellar un convenio con Petrobras y Bolivia, por el cual Brasil cedió parte del gas contratado para evitar cortes en usinas térmicas, industrias y estaciones de GNC del NOA durante el invierno. Este parche —vía “triangulación” energética— permitió garantizar la demanda en los meses fríos, pero no resuelve el fondo del problema: sin la reversión completa del Gasoducto Norte, el gas de Vaca Muerta no puede llegar a la región. En la planta de Lumbreras, ubicada en el departamento de Metán, los trabajos que debían readecuar el sentido del flujo permanecen sin avances. Sin esa intervención, la conexión entre Córdoba y el norte argentino sigue interrumpida.
Lo que está en juego para el NOA
Cabe recordar que el gobernador Gustavo Sáenz había calificado en 2023 a esta obra como “vital para garantizar el suministro de gas a usuarios e industrias del NOA”. En aquel momento, celebró junto a Sergio Massa y Flavia Royón la licitación del proyecto, destacando que permitiría “terminar con la dependencia del gas boliviano y potenciar la producción minera e industrial”. Hoy, el escenario es el inverso: las industrias del norte, los parques mineros y los nuevos desarrollos del litio en Salta vuelven a enfrentar un horizonte de incertidumbre energética.
El 4 de noviembre de 2024, el gobierno nacional había anunciado “con bombos y platillos” la inauguración simbólica de la reversión del Gasoducto Norte, pero un año después falta más de un cuarto del trabajo. El contraste entre el discurso y la realidad es notorio. En medio del ajuste, el Ministerio de Economía priorizó la estabilidad cambiaria y la reducción del gasto público, mientras los proyectos estructurales quedaron en pausa. La política energética, que debía ser el pilar del desarrollo federal, se convirtió en una víctima más del recorte presupuestario. Enarsa enfrenta ahora dos opciones: pagar de inmediato a Esuco para reactivar los trabajos, o rescindir el contrato y llamar a una nueva licitación, lo que supondría nuevos meses de parálisis y mayores costos.



