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Participación en Salta: cayó al 66,79% y consolida una tendencia a la baja

La provincia de Salta volvió a mostrar este domingo un descenso en la participación electoral: apenas el 66,79%, es decir 648.903 votantes de 971.422 del padrón, concurrió a las urnas según confirmó el secretario del Tribunal Electoral, Juan Pablo Acosta minutos después del cierre electoral.

El dato confirma una tendencia que se arrastra desde hace casi una década: cada vez menos salteños y salteñas van a votar, acentuando de este modo apatía y el desafío de recomponer la legitimidad democrática.

Una tendencia que se profundiza

En 2017, más del 80% del electorado provincial había participado en las elecciones generales, alcanzando el punto más alto del período reciente, según un reciente informe del sitio Ciudadana Comunicación. Desde entonces, la curva descendente es sostenida. En 2021, en plena pandemia, la participación se desplomó al 64% y tocó un mínimo histórico del 59,1% en las PASO de ese año.

Aunque en 2023 se registró un repunte —con un 76,3% en las generales y un 75,6% en el balotaje—, el nivel de asistencia de este domingo muestra que la recuperación no se consolidó.

El desdoblamiento, un factor que pesa

Los analistas locales coinciden en que el desdoblamiento electoral —la decisión de votar en fechas separadas para cargos provinciales y nacionales— ha contribuido al ausentismo. Desde 2015, los salteños concurren dos veces a las urnas: una para elegir autoridades locales y otra para representantes nacionales.

En un contexto de creciente desafección con la política y de campañas sin grandes movilizaciones, la fragmentación del calendario electoral termina jugando en contra de la participación, especialmente cuando la disputa nacional no logra despertar entusiasmo o polarización.

Excepcionalidades

Si bien la participación electoral alcanzó el 66%, estos valores resultan sumamente bajos desde el retorno de la democracia, con un ausentismo del 34%, lo que significa que 12.235.796 electores del padrón de 35.987.634 decidieron no emitir su voto. Sin embargo, por ejemplo, en Cafayate, la participación de los votantes se estima en más del 70%, superando la media nacional.

El estreno de la Boleta Única y el comportamiento ciudadano

Estas fueron también las primeras elecciones nacionales en las que se utilizó la Boleta Única de Papel (BUP), un sistema que buscaba simplificar el proceso y evitar el robo o faltante de boletas. Aunque no hubo mayores inconvenientes técnicos, el nuevo mecanismo no logró revertir la tendencia de baja participación.

Durante la mañana, la asistencia fue escasa —rondando el 50% del padrón—, pero se incrementó en las horas de la tarde, sobre todo en Salta Capital y los departamentos del interior donde se disputaban bancas clave.

El dato no puede leerse solo como un número: expresa una pérdida de vínculo entre ciudadanía y política. La crisis de representación, el desencanto con las promesas incumplidas y el hartazgo frente a la polarización nacional configuran un clima social donde el voto parece perder peso como herramienta de cambio.

“La gente está cansada de las peleas y de que nadie resuelva los problemas concretos”, había dicho el gobernador Gustavo Sáenz al emitir su voto. La frase condensa el sentimiento dominante de esta elección: una mezcla de apatía y desconfianza que se tradujo en menor concurrencia.

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