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Papa Francisco: “La paz se construye abriendo los corazones”

En el día en que resuena en el mundo el anuncio de que Cristo resucitó, tantas pesadas piedras cierran las esperanzas de la humanidad como la gran piedra cerró el sepulcro. Son las piedras de las guerras, como las de Israel, Palestina, Ucrania y Siria; las de las crisis humanitarias, como la de Gaza en Haití y la de los Rohingyá en Myanmar; las de las violaciones de los derechos humanos y de la trata de seres humanos que afectan a migrantes y niños.

En el día en que la Iglesia revive el asombro de las mujeres ante la tumba abierta y vacía de Jesús, el Papa Francisco, en su mensaje Urbi et Orbi desde la logia central de la Basílica de San Pedro ante sesenta mil fieles, recordó que sólo Él ha resucitado y es "capaz de hacer rodar las piedras que cierran el camino a la vida", abriendo las puertas de la vida, "que cerramos continuamente con las guerras que acampan a sus anchas por el mundo".

Porque sólo Dios podía abrir el camino nuevo a través de la tumba vacía, el camino de la vida en medio de la muerte, de la paz, la reconciliación y la fraternidad en medio de la guerra, el odio y la enemistad. Sólo Él quita el pecado del mundo y perdona nuestros pecados, y "sin el perdón de Dios esa piedra no puede ser removida".

El sufrimiento en los ojos de los niños

Con la mirada puesta en Jerusalén y en todas las comunidades cristianas de Tierra Santa, el pensamiento del Papa se dirigió a las víctimas de los numerosos conflictos del mundo, para que Cristo Resucitado abra un camino de paz a las poblaciones atormentadas de Israel y Palestina y también de Ucrania.

De acuerdo con el derecho internacional, Francisco pidió un intercambio general "todos por todos" de prisioneros entre Rusia y Ucrania, e hizo un nuevo llamamiento para que "se garantice el acceso a la ayuda humanitaria en Gaza, instando a una pronta liberación de los rehenes secuestrados el 7 de octubre y a un alto el fuego inmediato en la Franja".

No olvidar el mundo en dificultad

La invitación del Papa fue a no olvidar los numerosos lugares del mundo en dificultad, empezando por Siria, "que sufre desde hace trece años las consecuencias de una guerra larga y devastadora":

Muchísimos muertos, personas desaparecidas, tanta pobreza y destrucción esperan respuestas por parte de todos, también de la Comunidad internacional.

“Mi mirada se dirige hoy de modo especial al Líbano, afectado desde hace tiempo por un bloqueo institucional y por una profunda crisis económica y social, agravados ahora por las hostilidades en la frontera con Israel”

Que el Resucitado consuele al amado pueblo libanés y sostenga a todo el país en su vocación a ser una tierra de encuentro, convivencia y pluralismo.

Asimismo, aliento las conversaciones entre Armenia y Azerbaiyán para que, con el apoyo de la Comunidad internacional, puedan proseguir el diálogo, ayudar a las personas desplazadas, respetar los lugares de culto de las diversas confesiones religiosas y llegar cuanto antes a un acuerdo de paz definitivo.

El pensamiento del Papa se dirigió también a los Balcanes Occidentales, donde se están dando pasos significativos hacia la integración europea:

Que las diferencias étnicas, culturales y confesionales no sean causa de división, sino fuente de riqueza para toda Europa y para el mundo entero.

 

 

 

 

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