El motor no quiso más y se acabó el sueño de Kevin Benavides
Eran las 08,18h en Arabia Saudita (02,18 de Argentina). En el kilómetro 133 desde que se largó el especial, Kevin Benavides comenzó a sentir en su puño que el motor de su KTM empezaba a perder rendimiento. De repente, el impulsor se detuvo casi sin dar un aviso previo de que algo andaba mal.
Kevin comenzó a sentir lo peor. Que su trabajo de todo un año comenzaba a esfumarse. Que sus ganas de ser el primero en repetir consecutivamente el triunfo con otra marca, ya no iba a poder ser. El salteño apretaba el botón de arranque, pero el motor no daba señales de vida. La desesperación hacía olvidar a Kevin todo lo que le había costado la recuperación de su luxación del hombro derecho tras la caída en su pista en el mes de marzo y que le hizo perder las fechas del mundial de Cross Coun-try y que recién pudo sentir alivio cuando lo operaron en el mes de agosto.
Pasaban sus rivales, quienes también se sorprendían de ver al campeón impotente con su máquina al lado.
Para Kevin era una pesadilla de la que quería despertar para volver a su carrera en la que aún tenía grandes chances de ganar. Pero no, era la cruda realidad, el motor dijo no va más y allí quedaban sus ilusiones.
Su hermano Luciano, fue el primero que paró, pero Kevin, con lágrimas en los ojos le dijo: “Seguí, seguí…” y Luciano siguió y terminó segundo en la mejor etapa que disputó hasta ese momento.
El insólito regreso al vivac
Norberto Benavides, el padre de Kevin y Luciano, fue en un auto a buscar a Kevin para llevarlo al vivac. Pero en menos de 3 kilómetros, encuentran a otro argentino, que segundos antes también debía abandonar en quads. Pablo Copetti, otro argentino con chances de ganar, tampoco podía continuar en carrera.
Norberto cargó a Copetti en su auto y junto a Kevin llegaron al vivac, donde ni los aplausos que los recibieron pudieron contener las lágrimas de amargura en ambos.