Murió el empresario Carlos Pedro Blaquier, dueño del ingenio Ledesma
En el transcurso del mediodía se dio a conocer que el empresario azucarero falleció a 96 años de edad. Blaquier eludió durante los últimos años de su vida un juicio por delitos de lesa humanidad que lleva consigo desde la última dictadura cívico militar.
A los 96 años falleció el empresario Carlos Pedro Blaquier, que estuvo durante varias décadas al frente de la empresa Ledesma, el ingenio azucarero más importante del país. Blaquier fue durante 43 años consecutivos presidente de la empresa, desde 1970, y más de 50 años como miembro del Directorio.
Hace 10 años, pidió por carta a la asamblea de accionistas que no lo reeligieran a causa de su avanzada edad.
Blaquier era miembro de una de las familias más aristocráticas de la Argetina: hijo de María Esther Estrugamou Guillón (descendiente de una familia de origen francés) y de Carlos Félix Miguel Blaquier Álzaga. Estudió en el Colegio Champagnat, y en la Universidad del Salvador. Estaba casado con Nelly Arrieta Wollman.
El empresario estaba procesado por delitos de lesa humanidad en una causa por crímenes de la última dictadura en el Ingenio Ledesma. La causa sigue abierta, aunque el empresario no pudo ser enjuiciado por su delicado estado de salud.
La complicidad de Ledesma con la dictadura estuvo presente desde el retorno de la democracia. Sin embargo, recién hace diez años Blaquier fue procesado por crímenes en la zona de influencia del ingenio que él dirigía. Para avanzar contra el empresario –uno de los más poderosos del país– hizo falta que fuera a Jujuy un juez de otra jurisdicción, Fernando Poviña.
En su indagatoria Blaquier habló de Ledesma como un “pequeño Estado” que se aseguraba del bienestar de la población de la zona, pero ese rol iba mucho más allá. La investigación judicial demostró que la empresa –que históricamente perteneció a la familia Arrieta– proveyó vehículos o asistencia a las fuerzas represivas para desaparecer a decenas de personas y que incluso aportó listados de potenciales blancos.
Con esos vehículos, la Policía Federal, el Ejército, la Gendarmería y la policía provincial –que dependían, en última instancia del Tercer Cuerpo de Ejército, a cargo de Luciano Benjamín Menéndez– salieron de cacería en julio de 1976.
Contaron con los cortes de corriente eléctrica, que no pudo determinarse judicialmente que hubieran sido provocados por Ledesma, para moverse en la penumbra. Las personas que fueron privadas ilegalmente de la libertad entre el 20 y el 27 de julio de ese año pasaron por distintas unidades policiales o de la Gendarmería y, en todos los casos, fueron conducidas al centro clandestino de detención que funcionó en la hostería de Guerrero. Algunas de estas personas fueron desaparecidas y otras enviadas a la Unidad 9 de La Plata o a la cárcel de Villa Devoto. Ese episodio –uno de los más macabros de la última dictadura– se conoció como las “Noches del Apagón”.
Blaquier y el administrador del ingenio, Alberto Lemos, fueron procesados por los secuestros de julio de 1976 y también por las privaciones ilegales de la libertad que se sucedieron en los primeros días del golpe. Entre esas víctimas estuvo el exintendente y médico Luis Arédez.
Durante los años, la defensa de Blaquier y Lemos fue variando. Al principio negaron haber facilitado los vehículos para los secuestros. Después dijeron que los habían entregado antes de marzo de 1976. Los defensores –encabezados por el exjuez del juicio a las Juntas Jorge Valerga Aráoz— incluso afirmaron que las fuerzas no necesitaban de las camionetas de Ledesma para llevar adelante los secuestros y que era imposible decir que la empresa hubiera estado interesada en que se llevara adelante la represión porque solo cinco de las 20 víctimas eran, al momento de los hechos, empleados del ingenio.
Fuente: Infobae/Página 12.