Del ridículo no se vuelve
Desde que Javier Milei llegó a la presidencia muchas cosas cambiaron y con mucha tristeza debo decir que cambiaron para mal.
Presumo que muchos de los que están leyendo estas líneas se preguntarán como me lo pregunto yo ¿qué hicimos para merecernos este presidente?, en un país, como el nuestro, que tiene absolutamente todo para que su gente esté bien, pero sin embargo día a día crecen la pobreza y la indigencia; hay miles de despidos sin fundamentos, la educación y la salud pública están en emergencia, la obra pública que es una gran generadora de empleo está paralizada, nuestras universidades públicas están desfinanciadas y a punto de cerrar sus puertas, la investigación científica y tecnológica como así también su ejercicio están siendo devastados, casi todas las instituciones e institutos (como el INCAA, instituto nacional de cine y artes audiovisuales) que favorecen la difusión y el desarrollo de la cultura están siendo borrados del mapa.
Por otra parte, observamos sin poder hacer nada, como se llevan por monedas nuestras riquezas naturales (como el litio en Salta, que sólo el 3% le queda a la provincia). También observamos que el estado nacional parece mirar para otro lado y parece ausente aún ante los más de 300 mil casos de dengue en todo el territorio nacional.
Evidentemente, estamos ante la presencia de un gobierno de una brutalidad inédita, brutalidad que se expresa no solo en las decisiones que viene tomando y que condena a la pobreza a más de la mitad de los argentinos, sino a la brutalidad intelectual y moral de quien hoy conduce los destinos del país.
Acaso, ¿no hay nadie que le haga ver al presidente los errores y horrores que está cometiendo?, ¿no hay nadie de su entorno que le pueda dar un consejo sano y sensato?, pues, si no lo hay, aquí le pongo a disposición los consejos que el 16 de abril de 1993 le enviara el escritor y premio nobel de literatura Camilo José Cela al por aquel entonces presidente electo de España José María Aznar.
El escritor, enumera a modo de consejo los rasgos que debe tener un buen presidente:
a) Debe ser joven pero no bisoño (es decir no ser inexperto), cualidad que no posee Javier Milei que, de asesorar empresas y de un discreto papel como diputado nacional pasó a ocupar el sillón de Rivadavia empuñando el bastón presidencial labrado con la imagen de sus 5 perros, que a estas alturas ya son 4.
b) Debe tener cierta buena presencia, pero no necesita ni parecer un maniquí ni un banderillero (le agregaría tampoco creerse un Rockstar).
c) Debe tener facilidad de palabra, pero no dejarse arrastrar por ella, ni menos aún usarla para disfrazar el pensamiento (en este sentido el presidente Milei considera y dice que los pobres son vagos, inútiles planeros y considera que la educación en nuestro país es desastrosa y que las universidades públicas solo sirven para adoctrinar a los zurdos de mierda).
d) Aconseja el escritor que un presidente (yo le agregaría también un gobernador) no debe ir jamás detrás del dinero, los grandes políticos que en el mundo han sido, no robaron porque supieron siempre que era el dinero el que iba detrás del poder y no el poder detrás del dinero (y aquí me detengo para señalar que salvo presidentes como Irigoyen, Perón o Alfonsín y salvo gobernadores como Martin Miguel de Güemes, Xamena o Ragone, solo por nombrar algunos, ningún presidente o gobernador se fue de su gestión con lo puesto. Es por eso y por muchas razones más que a presidentes como Perón y a gobernadores como Ragone todavía nadie los ha podido empardar.
e) También debe ganar elecciones, claro es, pero sin olvidar que las urnas dan el poder, si, esa noción que tiene un límite en el tiempo y en la intención, pero no obligatoriamente aportan a la sabiduría o la prudencia (aquí también conviene reflexionar sobre el poder que le dieron los salteños a nuestros senadores nacionales y diputados nacionales, que el caso de los primeros y en una clara muestra de desprecio y burla hacia los más humildes decidieron aumentarse el sueldo llevando la voz cantante el senador salteño Juan Carlos Romero, y que, en el caso de los diputados nacionales, salvo Emiliano Estrada los diputados que se dicen ser del campo nacional y popular, decidieron no concurrir al recinto para tratar el presupuesto universitario y los recursos para el FONID (Fondo Nacional de Incentivo Docente) entre otros temas. No menciono a los diputados del nobel partido La Libertad Avanza, me refiero a Carlos Zapata, Julio Moreno y Emilia Orozco porque ya sabemos de qué lado del mostrador están, es decir, del lado de los ajustes, de las corporaciones financieras afines al presidente y en el caso de Zapata más preocupado de que no se les cobren impuestos a determinadas tabacaleras.
Por último, aconseja el escritor que: Se necesita un presidente del gobierno y se busca un hombre que se parezca, siquiera por aproximación, a este retrato.
En este sentido, días atrás el presidente Javier Milei pronunció un discurso en una cena organizada por la Fundación Libertad en donde estuvo entre otros el ex presidente español Jose María Aznar, justamente el recipiendario de la carta de Camilo Jose Cela.
Grande fue la sorpresa cuando le tocó hablar al presidente Milei, que se despachó con groseros y ridículos gestos y burlas hacia los dirigentes de la oposición, debo reconocer que sentí vergüenza ajena y mirándolo pensaba lo mucho que le va a costar al presidente recomponer esa imagen grotesca que se parece a cualquier cosa menos a un presidente.
Quizás en un acto de caballerosidad y empatía, el ex presidente español hubiera hecho bien en acercarle una copia de la carta que le escribiera en 1993 el escritor Camilo José Cela, aunque en honor a la verdad debo decir que del ridículo no se vuelve.
Sergio Vargas
Licenciado en
Relaciones Internacionales
Prof. Política Exterior Argentina.