Absuelven por vulnerables a 18 mujeres trans acusadas de vender drogas
En un fallo histórico una jueza federal consideró que son “el eslabón más débil” de la cadena y debido a su estado de vulnerabilidad, absolvió a 18 mujeres trans acusadas de comercializar drogas.
La jueza federal Sabrina Namer, además, cuestionó la intervención de los policías que intervinieron, ya que estaban siendo investigados por inacción. También la fiscalía, la propia defensa y el Cuerpo Médico Forense fueron criticados por no reconocer la identidad decidida por las mujeres, a quienes trataban en el expediente como "varones travestidos".
En un fallo inédito, la jueza Sabrina Namer, integrante del Tribunal Oral Federal N° 8, absolvió a 18 mujeres trans en situación de prostitución –y al marido de una de ellas— que llegaron a juicio por comercialización de drogas en el barrio porteño de Constitución: la magistrada tomó esa decisión luego de entrevistar personalmente y en forma conjunta a todas las imputadas y concluir que sus condiciones de vida, en situación de extrema vulnerabilidad, tenían relación directa con el delito que se les imputaba.
Todas son migrantes, la mayoría peruanas. Tienen entre 29 y 46 años; con estudios secundarios completos, terciarios y hasta universitarios.
Casi todas tienen VIH, entre otras enfermedades, y son consumidoras de cocaína. Algunas han sufrido infecciones severas como consecuencia de haberse inyectado de manera casera aceite de avión para aumentar el volumen de los glúteos. Dos más que también estaban imputadas murieron en el transcurso de la instrucción de la causa, en 2017, con 28 y 29 años.
“En ese contexto, no resulta casual que la venta de estupefacientes haya formado parte de su subsistencia, puesto que el contacto con esas sustancias y su consumo está absolutamente ligado a la forma en que ejercen la prostitución.
Ello surgió de todos los relatos, la adicción a la droga y el alcohol como manera de sobrellevar el ejercicio de la prostitución”, señaló la magistrada.
La sentencia, de 160 páginas, se destaca por la perspectiva de género y un enfoque interseccional, y advierte con crudeza que tanto la orientación sexual como la identidad y expresión de género de las imputadas “se han constituido en vectores de opresión vinculados con otros -nacionalidad y condición migrante, clase, etnia, edad, etc.- que en interrelación constituyen un sistema de desigualdades estructurales con efectos concretos que han sido demostrados”.
La jueza federal incluso resolvió dictar la absolución cuando todas las imputadas ya había acordado con el fiscal general N° 7 Miguel Osorio un juicio abreviado con una pena menor, de entre 2 años y tres años, y en un caso, a cuatro años.
Según pudo saber este diario, Namer quedó muy impactada al escuchar las biografías en primera persona de las imputadas, que le contaron detalles de sus vidas, olvidándose incluso de que estaban delante de una jueza. Esos relatos –por momentos calcados unos de otros, pero con sus singularidades– están volcados en unas veinte páginas del fallo.
Todas las imputadas expresaron que fueron expulsadas de sus familias y que decidieron migrar a la Argentina por la discriminación sufrida en sus países de origen, pensando que aquí podrían tener otras expectativas de vida por considerarla una sociedad más inclusiva.
Pero sin posibilidades de acceso a trabajos formales, por ser personas trans, se vieron empujadas a la prostitución y al consumo de cocaína para poder soportar esa situación. Entre los relatos, se destaca la de una de ellas, panameña, que le contó a la magistrada que es piloto de avión, con quinientas horas de vuelo acreditadas en el país y traductora de inglés.
Cuando la jueza le preguntó por qué no se desempeñaba como piloto, ella le respondió: “Hasta las mujeres son discriminadas para ejercer como pilotos, cuanto más una persona trans”. Y hasta ironizando con su situación, dijo: “Doctora, se imagina si me vieran a mí como piloto, con estas tetas”.