Cuando una familia se forma, siempre hay un instante en que la vida cambia para siempre. A veces ese instante llega en un sanatorio, y otras veces llega en un juzgado, cuando alguien escucha por fin la frase: “la guarda ha sido otorgada”. Ese momento también merece tiempo, acompañamiento y un Estado presente.
Con ese espíritu, la Legislatura aprobó de manera definitiva la modificación del artículo 5° de la Ley 8006, que incorpora un derecho largamente esperado: la licencia por maternidad y/o paternidad adoptiva por un mínimo de 120 días para todo trabajador o trabajadora del Estado provincial que reciba la guarda judicial de un niño, niña o adolescente con fines de adopción. La autora de la iniciativa, la diputada Mónica Juárez, explicó que la reforma nace de una convicción simple pero profunda: “las familias adoptivas también necesitan tiempo para construir el vínculo, adaptarse, y acompañar emocionalmente a ese niño o niña que llega con su propia historia”.
Humanizar al Estado
En Salta, cientos de familias atraviesan procesos adoptivos cada año. Y hasta ahora, muchos padres y madres debían enfrentar ese proceso sin el respaldo institucional adecuado: sin licencias suficientes, sin acompañamiento laboral, sin reconocimiento del enorme desafío emocional que implica la llegada de un hijo por adopción. La nueva ley corrige esa desigualdad. A partir de ahora, tanto el personal femenino como el masculino —sin importar su estado civil— tendrá el mismo derecho: 120 días corridos, desde el primer día hábil posterior a la presentación del certificado de guarda o de la sentencia firme. No se trata solo de un plazo. Se trata de una mirada. Un Estado que entiende que criar también es reparar, acompañar y estar presentes.
La infancia en el centro
Para Juárez, la norma representa algo más que un beneficio laboral: “Es una ley que pone a la infancia donde tiene que estar: en el corazón de las decisiones públicas”. Y la afirmación tiene un peso especial en un contexto donde la provincia, como el país, discute cómo garantizar igualdad de oportunidades desde los primeros años de vida. Los especialistas en adopción sostienen que los primeros meses son determinantes: son el tiempo de las rutinas nuevas, los miedos, las primeras confianzas, la adaptación a un hogar. Son el comienzo real del vínculo. Y ese comienzo no puede depender de la buena voluntad de un empleador: debe estar protegido por ley. Una señal que trasciende partidos.
El proyecto obtuvo acompañamiento de distintos bloques y refleja una coincidencia poco habitual en tiempos de tensiones políticas: cuando se trata de derechos de la infancia, no hay colores partidarios que valgan. “Esta es una medida que habla bien de la provincia. Nos muestra más sensibles, más modernos y más humanos”, aseguró Juárez tras la aprobación.
Un paso adelante
La ampliación de licencias adoptivas es, en definitiva, una de esas decisiones que parecen pequeñas en lo administrativo, pero son enormes en la vida cotidiana. Una política que no se escribe solo en papeles: se escribe en cuadernos escolares, en nuevas rutinas, en hogares que empiezan a latir distinto. Porque cada vez que una niña o un niño encuentra una familia, la provincia también tiene que estar ahí. Y con esta ley, Salta lo está un poco más.



