Bolivia: Evo Morales acelera su golpe contra Luis Arce
El enfrentamiento entre el jefe cocalero y el presidente mantiene en vilo a Bolivia.
Arrinconado por un violento y prolongado conflicto social, falta de apoyo político, sindical y militar tras cometer un escandaloso fraude electoral para mantenerse en el poder, Evo Morales renunció a la presidencia y abandonó el país con destino a México. Horas antes había intentado una última maniobra desesperada: repetir los comicios. Pero ya no tenía margen ni respaldo interno para hacerlo.
Era el 10 de noviembre de 2019 cuando selló su dimisión y encaró su exilio. Al llegar a tierra mexicana -aún abrumado por los acontecimientos- comenzó a diseñar un relato que lo victimizara: no hubo renuncia como consecuencia de una completa crisis, sino que todo se trató de un golpe de Estado. Andrés Manuel López Obrador (AMLO), el presidente anfitrión, rubricó esa contextualización. Lo siguieron otros.
Cinco años después de esa renuncia, Evo quiere repetir la historia, pero para expulsar a su ex delfín Luis Arce de la presidencia boliviana y mantener el control definitivo sobre el territorio.
Enfrentados en un principio por definir quién sería el candidato presidencial en las próximas elecciones de agosto de 2025 -y determinar quién controlaría la estructura del Movimiento al Socialismo (MAS)-, Bolivia se desangra por un combate partidario interno que mantiene de rehén a toda la población y una debilitada economía que cruje a diario. También hay quienes creen que detrás de esta lucha hay una pelea de fondo vinculada al dominio del narcotráfico y de las cada vez más amplias zonas de cultivo de coca en el Chapare.
Continúa el cruce
El ministro de Gobierno Eduardo del Castillo dijo en una de sus últimas declaraciones que el domingo pasado en la ruta del Trópico de Cochabamba Evo Morales no quiso detenerse en un control antidrogas que se interpuso en su camino. Allí, dijo el funcionario, los custodios del ex presidente comenzaron a disparar, lo que provocó la respuesta de las autoridades. Una escena digna de los célebres escapes de Pablo Emilio Escobar Gaviria. El jefe cocalero denunciaría después de la balacera que “mercenarios” de Arce lo habían emboscado para asesinarlo.
Pero no es lo único que pesa sobre el ex presidente, aunque no hay aún una causa abierta. Luego de su marcha de 187 kilómetros de septiembre a La Paz para cercar al gobierno y pedir el adelantamiento de las elecciones, Morales comenzó a recibir notificaciones de la justicia. Cuatro en total. La más notoria es por la cual podrían detenerlo y la que motivó las actuales barricadas: estupro y trata de personas. Las otras tres son por instigación pública a delinquir, daños a la infraestructura caminera y el uso de un vehículo propiedad de un narco.
Crece la tensión
Morales se muestra fuerte en las calles, cree capaz de desestabilizar al gobierno y de provocar escasez de suministros en todo Bolivia. Lleva el conflicto a un límite de no retorno. Pero eso no es todo: amenazó con un levantamiento popular indígena y un “amotinamiento” militar si es detenido por estupro, trata o alguno de los delitos por los cuales se lo acusa.
El presidente boliviano salió al cruce de las amenazas y de los copamientos de estructuras militares: “La toma de una instalación militar por grupos irregulares en cualquier lugar del mundo es un delito de traición a la Patria, una afrenta a la Constitución Política del Estado, a las Fuerzas Armadas y al propio pueblo boliviano, que rechaza de manera contundente los bloqueos criminales de Evo Morales, así como estas acciones delincuenciales”.
Fuente: Infobae